LABOR DOCENTE
Para saber si un docente alcanza su satisfacción laboral, es necesario conocer sus objetivos, lo que necesariamente se verá reflejado en su desempeño y el de sus estudiantes.
Cuando el docente se siente realizado en su labor y como persona, ello contribuye a un mejor desempeño de sus funciones, se retroalimenta permanentemente y con el día a día, desarrolla competencias específicas que le facilita interactuar de manera armónica con su entorno laboral, construir un ambiente propicio en pos de una meta soñada, conocer y orientar al estudiante y tener sentido de pertenencia con su profesión docente.
En contraste con lo anterior, aunque esta profesión sea tan mal remunerada económicamente a pesar del peso social que cae sobre sus hombros, la mirada, la sonrisa inocente y el anhelo de aprender de esas personitas que nos encarga la sociedad, motivan a dar lo mejor que el docente tiene, olvidándose muchas veces de los conflictos personales como humano que es.
Diariamente desempeña su labor y ve crecer esa semilla que poco a poco germina y es entonces, cuando se empiezan a ver los frutos para hacernos entender que a pesar de todas las adversidades, siempre habrá un nuevo amanecer.
ALGUNOS FRUTOS RECOGIDOS EN LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA VILLA MARGARITA – SEDE ALFONSO LÓPEZ DE LA CIUDAD DE MONTERÍA CÓRDOBA
Año 2009:
Ocho estudiantes del grado 4º 6 de Básica Primaria bajo la orientación de la Especialista Lesvia García de Fernández, participaron en el Primer Concurso de Cuento Infantil y Juvenil Biblioteca Comfacor, son ellos: Cris Miled Peña Reyes, Wendy Vanesa Arrieta Meza, Javier de Jesús Pérez Arrieta, Heiner Velásquez Acosta, Moisés de Jesús Laverde Sánchez, Kevin Darío Corrales Tordecilla, Luís Camilo González Sejín y Camila Andrea Reyes Rivero.
Fueron nominados cuatro cuentos y se destacó como ganador ocupando el primer puesto en la categoría infantil el estudiante Kevin Darío Corrales Tordecilla con el cuento “La paloma y sus hijitos”.
Para saber si un docente alcanza su satisfacción laboral, es necesario conocer sus objetivos, lo que necesariamente se verá reflejado en su desempeño y el de sus estudiantes.
Cuando el docente se siente realizado en su labor y como persona, ello contribuye a un mejor desempeño de sus funciones, se retroalimenta permanentemente y con el día a día, desarrolla competencias específicas que le facilita interactuar de manera armónica con su entorno laboral, construir un ambiente propicio en pos de una meta soñada, conocer y orientar al estudiante y tener sentido de pertenencia con su profesión docente.
En contraste con lo anterior, aunque esta profesión sea tan mal remunerada económicamente a pesar del peso social que cae sobre sus hombros, la mirada, la sonrisa inocente y el anhelo de aprender de esas personitas que nos encarga la sociedad, motivan a dar lo mejor que el docente tiene, olvidándose muchas veces de los conflictos personales como humano que es.
Diariamente desempeña su labor y ve crecer esa semilla que poco a poco germina y es entonces, cuando se empiezan a ver los frutos para hacernos entender que a pesar de todas las adversidades, siempre habrá un nuevo amanecer.
ALGUNOS FRUTOS RECOGIDOS EN LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA VILLA MARGARITA – SEDE ALFONSO LÓPEZ DE LA CIUDAD DE MONTERÍA CÓRDOBA
Año 2009:
Ocho estudiantes del grado 4º 6 de Básica Primaria bajo la orientación de la Especialista Lesvia García de Fernández, participaron en el Primer Concurso de Cuento Infantil y Juvenil Biblioteca Comfacor, son ellos: Cris Miled Peña Reyes, Wendy Vanesa Arrieta Meza, Javier de Jesús Pérez Arrieta, Heiner Velásquez Acosta, Moisés de Jesús Laverde Sánchez, Kevin Darío Corrales Tordecilla, Luís Camilo González Sejín y Camila Andrea Reyes Rivero.
Fueron nominados cuatro cuentos y se destacó como ganador ocupando el primer puesto en la categoría infantil el estudiante Kevin Darío Corrales Tordecilla con el cuento “La paloma y sus hijitos”.
De izquierda a derecha: Cris Miled Peña Reyes, Wendy Vanessa Arrieta Meza, Javier de Jesús Pérez Arrieta, Heiner Velásquez Acosta, Moisés de Jesús Laverde Sánchez, Kevis Darío Corrales Tordecilla, Luis Camilo González Sejín y Camila Andrea Reyes Rivero.
A continuación disfrutarás de la creatividad de estos niños y niñas que aportaron su granito de arena para el reconocimiento social de su Institución Educativa.
LA PALOMA Y SUS HIJOS
Autor: Kevin Darío Corrales
Grado 4º 6
Primer Puesto categoría Infantil en el 1er Concurso de Cuento Infantil y Juvenil Biblioteca Comfacor 2009
Había una vez una paloma que vivía con sus tres hijitos en un árbol donde había hecho su nido. Los pichoncitos todavía estaban pequeños, eran dos macho y una hembra y por ello la mamá les iba a buscar comida en la casa que estaba al lado del árbol para no dejarlos solos durante mucho rato.
Un día la paloma como de costumbre salió a buscarles la comida a sus hijitos y cuando iba a volar desde el nido se dio cuenta que el árbol estaba rodeado de agua, se había hecho un enorme charco porque durante la noche había llovido mucho y tuvo que tapar el nido con hojas y ramas para que no se mojara. Esa noche casi no durmió porque se la pasó cuidando sus pichones.
Al amanecer, cuando la paloma iba a volar hacia el suelo para buscarle la comida a sus pichoncitos que estaban hambrientos, se asustó al ver el charco y tuvo que tomar bastante impulso para no caer en el agua y mojarse, porque si mojaba su plumaje, cuando regresara al nido mojada se le podían enfermar sus hijitos y morir de un resfriado. Ella no quería eso porque amaba mucho a sus hijitos.
De regreso al nido la paloma le llevó comida a los pichoncitos, los alimentó uno a uno y luego los acurrucó para que se durmieran y descansaran.
Días después, la paloma alimentó a sus hijitos y les dijo: -Ya ustedes han crecido y están fuertes, es hora que empiecen a volar para que aprendan a defenderse solos, volar es muy fácil sólo tienen que mover sus lindas alitas y seguirme a donde yo voy, hoy empezaremos-.Los pichoncitos movieron felices sus alitas porque ellos querían aprender a volar para conocer el mundo del que su mamá les había hablado en los cuentos que les contaba antes de dormir.
A la mañana siguiente, la paloma llevó sus hijitos a volar y les mostró como buscar comida por si solos. Luego regresaron al nido y cansados del vuelo se fueron a descansar. Ya en el nido, el pichoncito más pequeño les preguntó a sus hermanitos si les había gustado el paseo y los dos respondieron que sí, pero que debían tener mucho cuidado porque también había cosas peligrosas que podían hacerles daño. El pichoncito respondió, por eso nuestra madre nos enseñó como debemos cuidarnos y cuando salgamos solos debemos ser muy cuidadosos. En eso todos tres estuvieron de acuerdo.
Por muchos días, la paloma siguió volando con sus tres hijitos y cuando estuvieron preparados, la mamá paloma los mandó solos a buscar comida. Cuando ellos salieron, se pararon en la rama del árbol mirando en qué dirección volarían, sin darse cuenta que había llegado un niño con una honda y sin darles tiempo les tiró un piedrazo, la palomita cayó herida y sus dos hermanitos muy tristes volaron hacia donde estaba el niño con la honda en la mano, quien se asustó y se fue del lugar. Mientras eso ocurría, la mamá paloma que había visto todo lo que había sucedido, desde el nido voló rápidamente hasta donde su hijita herida y de inmediato los dos hermanitos volaron hacia donde estaban ellos y se pusieron a llorar junto con mamá paloma porque todos pensaban que su hermanita estaba muerta.
Luego entre todos llevaron a la palomita al nido para ver si podía salvarla porque se dieron cuenta que todavía respiraba. La paloma estaba muy triste porque no les había dicho a sus hijitos que se cuidaran de los niños que usaban hondas, sin querer lo había olvidado porque hacía mucho tiempo que no veía un niño con una honda para hacerle daño. En ese momento ella estaba muy furiosa porque pensaba que los niños ya no usaban honda y aprendió a quererlos mucho. Nunca los había visto como sus enemigos, por el contrario, el niño que vivía en la casa cercana al árbol donde tenían su nido, en muchas ocasiones le echaba maíz molido para que se alimentara.
Mientras la paloma y sus dos hijitos lloraban sin saber como ayudar a la palomita, ella despertó, al ver esto, tanto la mamá paloma como sus hermanitos se pusieron muy felices. La palomita intentó pararse pero no pudo porque le dolía una alita. Mamá paloma la revisó y se dio cuenta que la tenía malograda. Ellos no se habían atrevido a tocársela para no lastimarla, pero la palomita les dijo que le lavaran su alita con bastante agua. De inmediato mamá paloma voló y se paró en una de las ramas del árbol desde donde vio un pañuelo blanco que estaba guindado en una cuerda muy cerca de la casa. Voló hasta donde estaba el pañuelo y lo tomó con su pico, luego voló hasta la alberca de la casa y parándose con cuidado metió el pañuelo en el agua para mojarlo. Al sacarlo se da cuenta que estaba más pesado y no podía volar fácilmente hasta el nido. Uno de los palomitos la miraba desde el nido y decidió ir a ayudarle. Voló hasta la alberca y cogiendo el pañuelo por uno de sus lados voló junto con su madre hasta el nido y con cuidado limpiaron la herida que la palomita tenía en su alita por el piedrazo que el niño le había dado momentos antes.
Pasaron los días y poco a poco la palomita se fue mejorando de la herida en su alita hasta cuando se puso bien de un todo. La palomita al verse bien le dio las gracias a mamá paloma y a sus hermanitos por los cuidados que tuvieron con ella mientras estuvo enfermita.
Después de lo que sucedió con la palomita, mamá paloma y sus hermanitos quedaron bastante nerviosos y no se atrevían a salir si no era en compañía de su madre. Sólo llegaban hasta el jardín de la casa cercana, donde conocieron otras palomitas. Los palomitos contentos con los amigos que acababan de conocer, le contaron lo que le había pasado con su hermanita y el miedo que sentían de alejarse del nido de su madre. Uno de los palomitos les respondió que no debían tener miedo porque así como había niños que no respetaban a los animales y les tiraban piedras con hondas, había otros que los querían mucho y los cuidaban.
Otro de los palomitos les dijo: yo tengo un amiguito muy bueno que se llama Juan Pablo, es un niño que me cuida y quiere mucho. Él con su padre me construyeron una linda casita encima de un árbol del patio de su casa donde todos los días me colocan agua y comida, si quieren acompañarme los llevaré para que la conozcan. De inmediato todos respondieron que sí a la invitación que les acababan de hacer y juntos volaron hasta llegar al la casita y comprobaron que todo lo que les había dicho el amigo palomito era cierto.
La casita era de color blanco, bastante grande para que el palomito se sintiera bien, tenía muchas ventanas por donde le entraba mucho fresco y unas cortinitas sobre las ventanas que se podían bajar cuando a la casita entraba mucho sol o hacía demasiado frío; en una esquina de la casita había una taza grande de color verde con agua hasta la mitad y una más pequeña de color rojo llena con agua; al otro lado había también una tacita de color azul donde había bastante comida. En todo el centro de la casita había un nido de paja que poco a poco el mismo palomo fue haciendo, eso nos contó.
Todos disfrutaron del paseo a la casa del amigo y al darse cuenta que comenzaba a atardecer, decidieron regresar a sus nidos, pero ante de irse la palomita le preguntó a su amigo ¿Por qué hay dos tazas con agua en la casita? Y el palomo le respondió: ¡La taza verde es para bañarme cuando lo desee, mientras que la roja es el agua que utilizo para beber cuando siento sed! ¿Te das cuenta?, mi amigo y su padre me quieren mucho. Todos dijeron ¡Que suerte tienes de tener esos amigos! Y el respondió: por eso yo también los quiero mucho. De inmediato se fueron convencido que no todos los niños maltratan a los animales. Al llegar al nido mamá paloma muy preocupada los esperaba y ellos le contaron lo que les había sucedido. Desde entonces, los tres hermanitos salieron a buscar solos su comida, pero al salir su madre les decía: – cuídense mucho de los niños que tienen hondas, les pueden hacer daño-
Los tres hermanitos eran muy unidos y siempre andaban juntos, cierto día cansados de volar en busca de comida se pararon en la ventana de una casa que les llamó la atención porque muy cerca había un árbol que tenía frutos pequeñitos de color amarillo muy parecido al maíz, cuando de repente observaron debajo del árbol sentados en un banco de madera a tres niños que conversaban, no se alcanzaba oír lo que decían. La palomita les dijo, volemos hasta el árbol para mirar de cerca los frutos: al pararse en una de sus ramas y mirar a su alrededor, la palomita se puso a temblar y a llorar. Sus hermanitos se asustaron y le preguntaron ¿Qué te pasa hermanita? Ella respondió: ¡Miren ese niño, el que tiene la gorra blanca fue el que me hirió mi alita con la piedra! Los hermanitos miraron y también se pusieron nerviosos. El mayor de los hermanitos les dijo: -No se muevan, no hagan bulla para que no nos vean, me acercaré un poco más a ellos para escuchar lo que hablan y ver si tienen hondas en sus manos-
Al acercarse, el palomito escuchó que el niño de la gorra le contaba lo arrepentido de estaba por haber matado a una palomita indefensa con una honda que se había encontrado en el camino cuando iba para su casa. Les explicó que no sabe qué le pasó ese día, porque él quiere mucho a los animales, también les dijo que lo que más le dolió es que ese día se fue corriendo del susto al ver caer a la palomita herida y no la ayudó, piensa que se murió. Por eso, desde ese día se reúne con los niños que encuentra, para hablarles de los animales y lo importante que es cuidarlos porque hacen parte de la naturaleza que Dios nos regaló. Sabe que lo que hizo con esa palomita estuvo mal y está muy arrepentido. Al escuchar esto, el palomito voló hacia donde estaban sus hermanitos temblorosos del miedo y les contó lo que había escuchado, se pusieron muy felices y se abrazaron.
En ese momento, la palomita voló y se le paró en el hombro al niño que días atrás le había malogrado su alita y el niño al sentirla la tomó entre sus manos y cuando le acariciaba sus plumitas se dio cuenta que tenía una cicatriz y dijo: Pobrecita, ¿Qué te pasó? Y ella sacudió sus alitas y voló hacia donde estaban sus hermanitos. El niño y sus amiguitos rieron y observaron a los tres hermanitos que se fueron volando hasta cuando se perdieron de la mirada de ellos.
Moraleja: No hagas a otro, lo que no quieres que te hagan a ti.
LOS ANIMALES DE LA SELVA
Autor: Cris Miled Peña Reyes.
Grado 4º 6
Cierto día se reunieron los animales de la selva porque cada uno reclamaba su espacio para construir su casa y no vivir todos revueltos. Había mucho egoísmo entre ellos y los peces no querían que los otros animales tomaran agua de sus quebradas, los monos no querían que las aves, las jirafas, los osos, tocaran los árboles, mientras que el León los quería gobernar a todos. El tigre sólo pensaba en aprovechar la ocasión para que alguien se descuidara y atraparlo para comérselo. Todos pensaban sólo en su beneficio sin importarles los demás.
Mientras todo esto ocurría, el conejo decide formar dos grandes grupos: un grupo que estaba de acuerdo con que todos los animales fueran amigos, no se maltrataran los unos a los otros y formar una familia que se respetaran y compartieran toda la selva y otro grupo que cada uno mandara en su espacio sin depender de nadie. Cada uno buscó su grupo y al estar divididos, el conejo dijo: - Propongo que hagamos una apuesta entre los dos grupos y se hará lo que el grupo ganador diga. Todos estuvieron de acuerdo y la jirafa levantando su largo pescuezo dijo: - Yo propongo que se divida la selva en dos partes, un grupo coge la derecha y el otro grupo coge la izquierda para contar en quince minutos todas las especies de árboles que existan, les colocamos el nombre y un número. Ganará el grupo que logre tener más especies de árboles –Ambos grupos aplaudieron y estuvieron de acuerdo con la propuesta de la jirafa. El conejo dijo:- para no confundirnos, el grupo de la izquierda, es decir, los que quieren tener su espacio y ser independientes, será el Grupo (A) y los de la derecha, los que quieren que seamos una gran familia, será el Grupo (B).
En ese mismo momento cada grupo empezó hacer lo que habían acordado. El grupo (A) lo lideraba el león y el grupo (B) el conejo.
Al pasar los quince minutos, se encontraron ambos grupos en el lugar donde habían hecho el acuerdo. El grupo (A), liderado por el león contaba con cincuenta y cinco robles, treinta de vara de humo, quince camajones, para un total de 100 árboles. El grupo (B), liderado por el conejo contaba con cincuenta y ocho robles, treinta y dos vara de huno, diecisiete camajones, para un total de 107 árboles, sin contar cuarenta y nueve árboles de variados nombres. Terminado el conteo de los árboles, se da por ganador al Grupo (B), liderado por el conejo.
Al ganar la apuesta el grupo (B), el conejo y demás integrantes se pusieron muy felices y dieron un abrazo a los del grupo (A) en señal de paz y el conejo se montó en un tronco y dijo. - De ahora en adelante se acaban los grupos y las discusiones entre nosotros porque ahora somos una sola familia que en adelante compartiremos nuestra selva en armonía, Dios nos la regaló para que viviéramos felices sin peleas ni egoísmos. Todos los animales aplaudieron y el León dijo : ¡entonces hagamos una fiesta!
La fiesta se realizó en armonía y hubo comida, bebida, música y mucha alegría. Estaban contentos y vinieron días muy felices. La jirafa convidó a los demás animales a jugar y el conejo se paseaba lleno de felicidad disfrutando de la naturaleza y gritando por toda la selva ¡Gracias Dios por darnos esta selva tan hermosa y ser una familia muy feliz! ¡Gracias Dios porque se acabaron las peleas entre nosotros!, ¡Gracias Dios por darnos tantos frutos y cosas que nos sirven de alimento!
Mientras el conejo gritaba diciendo todas esas cosas por la selva y por donde pasaba los animales lo aplaudían y le decían que tenía razón, el tigre, escondido en un matorral hablaba solo diciendo ¡ese conejo está loco, yo me estoy muriendo de hambre porque no puedo cazar a ninguno de mis hermanos animales para no disgustar a nadie! ¿Qué hago? y levantándose de donde estaba acostado dijo: -ese conejo se las da de muy bueno, debo comérmelo para que se deje de tanta cosa y que todo vuelva a ser como antes- En ese momento sintió unos pasos y se dio cuenta que era conejo. Al verlo le dijo: ¡Hola conejo! ¿Qué haces por aquí? Conejo le respondió: -Ando mirando como están las cosas por este lado de la selva- y el tigre le respondió: ¿es que ahora te crees el rey de la selva? El conejo le respondió: -no es que me crea el rey de la selva, es que ahora yo soy el el rey de la selva- ¿no ves que todos me quieren y me aplauden? Y el tigre le dijo – No abuses de tu buena suerte- conejo sintió un poco de miedo y se despidió del tigre.
Tigre se quedó observando la forma en que se fue conejo y dijo: -tan pequeño que es y lo grande que se cree ahora, antes ni siquiera se acercaba a mi- Caminó un largo rato hasta la quebrada para beber agua y se quedó un rato cogiendo fresco debajo de un frondoso árbol cuando de repente vio venir al león, lo saludó y le dijo: ¿imagino que te encontraste con el rey de la selva? El león respondió ¿acaso no sabes que el rey de la selva soy yo? Eras, le respondió el tigre. El león preocupado dijo ¿quieres decirme quien es el rey de la selva al que te refieres? El conejo, respondió. Ahora dice que él es el rey de la selva ¿Cuándo te quitó el puesto? El león muy rabioso se fue a buscar al conejo, mientras que el tigre se quedó pensando a qué animal cazar para poder quitarse esa hambre tan grande que tenía, cuando de pronto ve un venado que se acerca confiado hacia él porque pensaba que el tigre no le haría daño, pero se sorprendió cuando se dio cuenta que el tigre quería comérselo. Pegó la carrera pero ya era demasiado tarde porque el tigre se lanzó sobre él y lo mató. De inmediato todos los animales que estaban cerca y vieron lo que había sucedido, salieron corriendo a buscar a conejo para contarle lo que había sucedido con el hermano venado y se encontraron con el león quien les preguntó ¿Qué pasa, por qué corren? Uno de los monos le contó lo que había sucedido y lo que pretendían hacer. El león les dijo ¿pero.. por qué van a buscar al conejo? Y dijo un venado que estaba muy asustado ¡Para que castiguen al tigre! El león respondió – es que el conejo no tiene por qué cambiar la ley de la selva. Cada animal tiene su forma de alimentarse para poder sobrevivir, así lo dispuso Dios, nosotros los animales que nos alimentamos de carne tenemos que buscarla y encontrarla en alguna parte, así como hay otros animales que se alimentas de frutas, otros de hierva, otros de carroña y otros comen de todo, a nosotros nos toca sacrificar a un hermano nuestro, porque no encontramos otra forma. Si no lo hacemos nos moriremos de hambre-
Dice la jirafa, pero es que nosotros tenemos un acuerdo de vivir en paz y respetarnos, el conejo así lo ha gritado por toda la selva.
El león dijo: ¿que tal que los árboles no permitieran que le cogieran sus frutos, o que los peces no permitieran que tomáramos el agua en donde viven o que el hombre no pudiera comer la cosecha que cultiva? ¡Todos nos moriríamos de hambre verdad! Se oyen comentarios y al final comprenden que el león tiene razón, es entonces cuando de una madriguera y muy asustado con voz temblorosa dice conejo: ¡entonces, sálvese quien pueda, porque desde este momento todos corremos peligro!
Todos los animales presentes salieron huyendo, pero el león con voz fuerte dijo: ¡Alto, nadie se va hasta cuando yo no les diga algo! – Nosotros los animales carnívoros no vamos matando a todo animal que vemos, sólo tenemos que hacerlo cuando tenemos hambre y…y…y… en este momento tanto mis cachorros como la leona y yo sentimos demasiada hambre, me imagino como estarán también mis otros amigos carnívoros, que desde el día en que el conejo salió con ese invento, no comemos Ja, ja, aja, ja…
Al escuchar estas palabras todos los animales salieron corriendo para salvarse, el primero fue el conejo, quien en ese momento olvidó todo lo que había dicho. Desde ese día los animales continuaron compartiendo la selva y trataron de vivir en paz, hasta donde podían, pero siempre pendientes del peligro que cada uno de ellos corría.
Moraleja: No quieras cambiar lo que manda la naturaleza.
LA AMISTAD
Autora: Wendy Vanesa Arrieta Meza.
Grado 4o 6.
Cierto día, durante un paseo al bosque, mientras pato se divertía con oso en una charca, elefante, conejo y yo estábamos organizando una fiesta. Como oso es un animal muy malvado, fingía estar disfrutando pero en realidad estaba engañando al que decía ser su amigo. Sintieron sed y pato salió un momento a buscar unos refrescos, oso aprovechó y se fue. Cuando pato llegó con los refrescos, oso no estaba y el pato se preocupó.
Un rato después, oso llegó al lugar donde estábamos organizando la fiesta y le pregunté: ¿y donde quedó pato?, el me respondió: pato se quedó comprando unos refrescos. En ese momento, oso estaba mintiéndoles y no les dijo que se había venido sin decirle nada a oso, sin imaginar que pato estaba desesperado buscándolo por todas partes porque pensaba que le había pasado algo malo.
Oso era envidioso, mentiroso y desconfiado y no soportaba que nosotros estuviéramos reunidos sin él organizando la fiesta para festejarle el cumpleaños a nuestro amigo pato, quien era un ser muy gentil y amigable.
Como sabemos que oso es mentiroso, no creímos lo que nos dijo y en ese mismo instante salimos a buscar a nuestro amigo pensando que podía estar en peligro porque a esa charca llegan muchos animales a refrescarse o a beber agua.
En realidad, no estábamos equivocados, porque cuando llegamos a la charca, pato no estaba, lo llamamos y lo llamamos por todos lados y pato no nos respondía. Mis amigos conejo y elefante se miraron y yo entendí que ellos al igual que yo estábamos pensando que oso lo había matado.
Mientra nosotros buscábamos a pato por todas partes, nuestro pobre amigo estaba pasando por un momento muy malo. Estaba en las garras de un tigre muy malo y nosotros cada vez más desesperados por no encontrarlo, entonces decidimos separarnos para buscarlo mucho más lejos, cada uno en diferente dirección y llegamos al siguiente acuerdo: al conejo le tocó buscarlo a la derecha del bosque, al elefante a la izquierda y al León, que dice ser el más fuerte de ellos, decidió ir al norte. Como era más del medio día acordaron encontrarse dentro de tres horas frente a la charca y si encontraban antes a pato, de todas formas, se esperarían en ese lugar para ir a la fiesta que le organizaron por su cumpleaños.
Cada uno se fue en la dirección que acordaron: Conejo mientras corría por el bosque llamaba a su amigo y le preguntaba a todos los animales que encontraba a su paso si lo habían visto, pero nadie le daba razón.
Elefante caminaba lentamente entre los matorrales queriendo encontrar a su amigo y pensando que de pronto podía estar herido y si caminada rápido podía parar sobre él sin darse cuenta. Buscó y buscó por horas y horas y tampoco lograba encontrar al pato.
Como el león es el rey de los animales, todos le tienen respeto y cada animal que se encontraba a su paso le preguntaba qué buscaba tan desesperadamente y él les explicaba y les pedía el favor que lo ayudaran a buscas a su amigo pato, pero todo fue inútil porque el tiempo pasaba y no encontraban al pato. Entonces decidió regresarse a la charca para encontrarse con el conejo y el elefante, con la esperanza que ello si tendrían en su poder al amigo. Elefante y conejo hicieron lo mismo y a las tres horas, se encontraron nuevamente frente a la charca. Al llegar, se pusieron muy tristes porque se dieron cuenta que ninguno había tenido la suerte de encontrar al pobre pato desaparecido.
Cansados y preocupados decidieron llegar hasta el lugar donde organizaron la fiesta de cumpleaños para pato y se sorprendieron al ver que oso estaba en el lugar comiéndose el enorme pastel que habían preparado para el cumpleaños de pato. León le preguntó ¿Qué haces, por qué te estás comiendo ese pastel que no es tuyo? Y el oso respondió: porque tengo hambre y ustedes se estaban demorando mucho. León, conejo y elefante le dijeron: Tú eres un mal amigo, no te has preocupado por lo que le haya podido pasar a nuestro amigo pato ¿no entiendes que tú eres responsable por haberlo dejado solo? Y el oso sin dejar de comerse la torta les respondió: A mi no me importa lo que le pase a ese fastidioso animal, vengan, disfrutemos de la torta.
León, conejo y elefante se alejaron de oso y comentaron que no es bueno pensar como oso, que cuando se es amigo de verdad, uno se preocupa por lo que le pase al otro.
Estaban los tres planeando como seguir la búsqueda de pato, cuando de repente llegó Juanita, la niña que siempre está pendiente de ellos y les comentó que se había enterado de la pérdida de pato. León le preguntó ¿y como te enteraste? Juanita respondió hace un rato yo estaba cerca y observé que le entregaron una carta a oso, pero este por estar comiendo pastel la colocó en el huequito de ese árbol sin haberla leído, y el conejo le preguntó ¿y tu sabes que dice la carta? no, respondió Juanita. Ustedes saben que nadie debe leer las cartas que no vienen dirigidas a uno. Eso es cierto, respondió elefante. Pero ¿Qué hacemos dijo conejo? León responde ¿Qué tal que en esa carta diga donde está nuestro amigo pato? Los cuatro se juntaron, hablaron muy despacito y decidieron leer la carta para ver si había alguna información que pudiera servirles para encontrar a pato.
En ese momento Juanita cogió la carta sin que oso se diera cuenta y se alejaron para leerla. Juanita la abrió y cuando comenzó a leerla y dijo: ¡No puede ser, pato está en las garras de tigre! Enseguida salieron corriendo a buscar en el sitio que decía la carta. De pronto elefante dijo: paren un momento y conejo preguntó ¿Qué pasa? ¿Por qué debemos detenernos? Y elefante respondió: conejo, súbete en mi espalda para que veas si es realidad lo que estoy viendo. Conejo obedeció a elefante y gritó: allá está la casa de palma que dice la carta. Juanita también se montó y dijo: ¡Esa es la casa donde tigre tiene a pato! ¿Qué hacemos? preguntaron todos y Juanita respondió: debemos ser muy cuidadosos para que tigre no se de cuenta que venimos a rescatar a pato.
Conejo se acercó con cuidado a la casa y se dio cuenta que la ventana que estaba al otro lado de la puerta estaba un poquito abierta, vio donde tenían a pato amarrado y escuchó que tigre le decía ¡Dentro de un rato me daré un rico banquete contigo, te has salvado porque cuando te encontré acababa de comerme un venado que distraído pasó por donde yo estaba acostado y no lo perdoné, pero ahora sigues tu como sobremesa, serás mi postre,.ja ja ja ja ja.
Asustado, conejo regresó donde sus amigos y les comentó lo que había visto y escuchado. Se pusieron de acuerdo y Juanita dijo: elefante y conejo se van para la ventana que yo me acercaré a la puerta y tocaré para que tigre se pare a abrir y mientras tanto ustedes aprovechan y sacan a pato por la ventana mientras yo distraigo a tigre. Cuando Juanita toca la puerta, tigre responde con vos poco amigable ¿quién es? y Juanita no responde. Es entonces cuando tigre se para y se sorprende con la inesperada visita. Ella intenta entrar, pero tigre no la deja y se quedan hablando en la puerta cuando de repente se escucha un ruido que hicieron elefante y conejo mientras sacaban a pato por la ventana. Tigre salió furioso y se da cuenta de lo que está pasando y dijo ¡Ahora los atraparé a todos y me los comeré uno a uno, de mi nadie se burla! En ese momento cuando todo estaba perdido, llegó el oso y se tiró sobre el tigre, lo agarró y le pidió a elefante y conejo que lo amarraran mientras que Juanita abrazaba a pato que agradecido con sus amigos lloraba de la alegría. Oso se disculpó con todos y le pidió a tigre que en adelante fueran buenos amigos y este aceptó. Al final todos disfrutaron de la fiesta de cumpleaños de pato.
Moraleja: El que tiene un amigo sincero, tiene una verdadera amistad.
LOS TRES CERDITOS
Autor: Javier de Jesús Pérez Arrieta
Grado 4º 6
Juan y Pedro son dos hermanos que se quieren mucho, siempre han vivido juntos y tienen una finca que está alejada de la ciudad. Es una finca bonita con muchos árboles frutales, dos represas, caballos, vacas, gallinas, gallos, patos pavos, perros, gatos y una casa grande en la que tienen su oficina. También tienen tres cerditos que son muy consentidos, andan sueltos y pueden ir a donde ellos quieran. Lo único que no les gusta a Juan y Pedro es que salgan de la finca.
Los cerditos eran muy traviesos y a veces hacían maldades que no le gustaban a nadie. Cierto día hicieron una travesura y le pusieron las quejas a Pedro y dijo que no le soportaría más a los cerditos, que los iba a echar fuera de la finca o encerrarlos en un chiqueo para que aprendieran a respetar.
Uno de los cerditos que estaba cerca lo escuchó y salió corriendo hasta donde sus dos hermanos y preocupado les dijo: tenemos que portarnos bien y no hacer tantas travesuras si no queremos vivir en la calle pasando hambre o vivir encerrados en un chiquero. Desde ese día, los cerditos empezaron a portarse bien para que nadie tuviera quejas de ellos.
Pasaron los días y Pedro trajo a vivir a la finca una serpiente que era muy malvada. Vivía sola en una casita un poco retirada de la casa de los patrones Juan y Pedro. Al enterarse los tres cerditos que Pedro había traído a la serpiente, preguntaron como hacían para conocerla y uno de los trabajadores de la finca les dijo que la serpiente vivía en la casa cercana a la represa donde estaban los peses de colores. Ellos se fueron a conocer a la serpiente porque querían ser sus amigos, pero la serpiente al sentirlos llegar se escondió y dejó la puerta de la casa medio abierta, estaba rabiosa porque tenía mucha hambre y le daba flojera salir a buscar comida.
Como la serpiente era tan malvada y Juan le había contado que los cerditos eran los consentidos de él y Pedro, decidió tenderles una trampa. Al llegar a la puerta de la casa, los tres cerditos tocaron varias veces y nadie salía. Al ver la puerta medio abierta, entraron y la llamaron muchas veces pero esta no contestó, estaba escondida en el techo de la casa y los cerditos no podían verla, mientras que la malvada serpiente veía y escuchaba todo lo que los cerditos hacían y decían.
Los cerditos se cansaron de llamar a la serpiente, pero como ella no contestaba ni salía, pensaron que había salido, dijeron: ¡Debe estar cerca, porque dejó la puerta abierta! por eso, decidieron esperar a que llegara para conocerla y saludarla.
Los tres cerditos se acostaron en el piso fresco de la casa y uno de ellos vio que en la mesa estaba un reloj, y dijo: - ese es el reloj de oro de Pedro – los tres cerditos se pararon y repararon el reloj para ver si no estaban equivocados y se dieron cuenta que ese si era el reloj de Pedro. Lo conocían porque un día que se le cayó en el piso, se le rayó.
Uno de los cerditos dijo: -debemos llevarle el reloj a Pedro, porque si lo dejamos sobre la mesa, alguien puede entrar y robárselo cuando nosotros nos vayamos porque la puerta quedará abierta.
La serpiente que los miraba desde el techo de la casa reía y reía porque ella había dejado el reloj de Pedro sobre la mesa para que los cerditos lo cogieran y poderlos acusar de ladrones. Los cerditos tampoco sabían que la serpiente le había robado el reloj a Pedro el día que la trajo a la casa.
Los cerditos cansados de esperar a la serpiente, se aburrieron y se fueron. Apenas se fueron, la serpiente muy contenta bajó y se fue para la casa de los dueños y preguntó por Pedro. Cuando Pedro llegó, lo saludó y le dijo que había venido a la casa grande para respirar un poco de aire puro porque se aburría encerrada en la casa donde vivía. Enseguida le dijo: Patrón Pedro, ¿Dónde está su hermoso reloj de oro? ¿Por qué no lo tiene en su brazo? y Pedro le respondió. El reloj se me perdió desde hace días, te iba a preguntar si lo había dejado en tu casa la tarde que te llevé, porque desde entonces lo tengo perdido.
Con mucha malicia la malvada serpiente le dijo: ¡Yo se quien tiene su reloj! ¿Quién lo tiene?, contestó Pedro y la serpiente dijo: Lo tienen los tres cerditos, ayer cuando paseaban en el campo se lo vi. Puesto a uno de ellos y después se pusieron a jugar con él, pensé que te lo habían entregado.
Pedro se llenó de rabia y preguntó ¿Dónde están los cerditos? Búsquenlos y tráiganlos, porque ahora mismo los echaré de la finca. Los trabajadores obedecieron al patrón y salieron a buscar a los cerditos. La serpiente dijo: - Búsquenlos cerca de mi casa porque ahora cuando venía los vi acostados junto a la represa. Sin pensarlo, Pedro también salió corriendo en busca de los pobres cerditos.
Sin saber lo que estaba pasando, los cerditos muy contentos porque habían encontrado el reloj de Pedro, cuando salieron de la casa de la serpiente se fueron para la casa grande a buscar a Pedro, pero en el camino se encontraron con tres cerditas y se fueron a bañar en la represa que en ese momento no tenía peses porque el día anterior los habían sacado. Al darse cuenta que ya había pasado mucho rato de estar bañándose, se salieron de la represa, se despidieron de sus amiguitas y se fueron por el camino más corto para llegar a la casa grande y darle la sorpresa a Pedro que le habían encontrado su reloj de oro. Al darse cuenta que no había nadie en la casa, pensaron que Pedro estaría en su oficina y se fueron para allá pero no encontraron a nadie, entonces se pusieron a esperarlo, sin darse cuenta que desde una papelera la serpiente los observaba.
Al llegar los trabajadores y Pedro a la casa de la serpiente, no encontraron a los cerditos y enseguida se devolvió para la casa grande y le dijo a los trabajadores que siguieran buscando a los cerditos hasta encontrarlos para que le devolvieran el reloj y castigarlos por ser tan ladrones.
Cundo llegó el patrón a la oficina y se dio cuenta que los tres cerditos estaban ahí, les dijo con mucha rabia: - Así me los quería encontrar, entréguenme el reloj que me robaron, desagradecidos, así me pagan después que los he querido tanto. Me entregan mi reloj de oro y se van ahora mismo de mi finca. No quiero verlos más por aquí –
En ese momento entró Juan el hermano de Pedro y le dijo: ¡Cálmate hermano, no creas lo que te dijo la serpiente, es una malvada envidiosa y le tiene mucha rabia a los cerditos desde el día que yo le dije que nosotros los queríamos mucho! Pedro miró a los cerditos que estaban muy tristes y no se habían atrevido a contar lo que en verdad había pasado. Les dijo: Mi hermano Juan tiene razón, explíquenme lo que pasó y por qué tienen ustedes mi reloj. Los cerditos explicaron lo que había pasado y le entregaron a Pedro el reloj de oro. Entonces Juan dijo: fíjate hermano que esa malvada serpiente estaba mintiendo, nosotros conocemos a los cerditos y sabemos que son muy traviesos, pero no tienen malas costumbres. La que debe irse de nuestra finca es la malvada serpiente que se desapareció apenas vino a decirte mentiras.
En ese momento, la serpiente sale de la papelera desde donde había escuchado todo lo que sucedía y dijo: - No me iré a menos que los cerdos esos no se vayan también – Juan y Pedro dijeron: - La que se va en este momento eres tú, los cerditos siguen siendo nuestros consentidos.
La serpiente salió arrastrándose y más amargada que nunca porque no logró sacar a los cerditos de la finca. Los cerditos agradecieron a Juan la ayuda que les dio y en agradecimiento decidieron portarse bien toda la vida.
Moraleja: No es bueno sentir envidia porque nos daña el corazón.
EL PAYASITO ENCANTADOR
Autor: Heiner Velásquez Acosta
Grado 4º 6
Había una vez un payasito encantador que hacía reír a las personas con sus chistes y sus actuaciones de locuras, pero él quería darse mucho más a conocer como payaso. Quería ser grande y famoso para sentirse bien y sacar a su familia adelante.
Haciendo muchos esfuerzos, logró reunir una plata para salir de su pueblo y darse a conocer también en otros pueblos vecinos. De esa forma se hizo conocer y la gente le colaboraba con lo que podían y lo querían mucho, por eso estaba muy contento pero cada vez quería más y más. Todos los días le pedía a Dios que lo ayudara, lo alababa, oraba y glorificaba su nombre, hasta que un día decidió ir a un pueblo llamado Samaria y se regó por todo el pueblo la noticia que el payasito encantador haría su presentación. En todos los pueblos lo conocían por su nombre artístico y se había convertido en alguien muy famoso y querido por todos los que lo conocían. Al llegar a Samaria, lo esperaba una multitud que en su mayoría eran niños. Él no esperaba esa sorpresa y al verlos se llenó de tanta alegría que se puso a llorar y terminó brincando y brincando de felicidad. Los niños lo abrazaban y le decían ¡Payasito encantador, regálame un autógrafo! Y él se devolvía tan contento que no sabía que escribir y terminaba haciendo rayas para calmar y complacer a los niños.
Su fama fue creciendo y creciendo y estaba muy contento porque se estaba volviendo famoso, así como se lo había pedido a Dios.
Cierto día, recibió una carta y al leerla se sorprendió y se arrodilló para darle gracias a Dios y después saltó y saltó de alegría diciendo ¡Soy famoso!, ¡Soy famoso!, ¡Soy famoso!, los que lo vieron le preguntaron qué sucedía y quisieron saber lo que decía la carta. Y él muy contento compartió la noticia con ellos y les dijo: ¡El circo más famoso del mundo me quiere para que actúe en él!, eso es lo que dice esta carta. Todos lo felicitaron y le desearon buena suerte.
De inmediato llamó a su familia para contarles del ofrecimiento que le estaban haciendo, pero la única que le creyó y lo apoyó para que aceptara fue su madre quien le preguntó como se llama el circo y él le respondió. ¡Es el Gran Circo de Estrellas de Estados Unidos! Y agregó: madre, es ese circo tan famoso que recorre el mundo y que a mí me gusta tanto.
En el momento en que hablaba con su madre, le avisaron que alguien preguntaba por él, se despidió de su madre y fue atender al visitante. Era un mensajero que le traía otra carta donde le decían que debía reunirse al día siguiente con los dueños del circo que estaban en Bogotá para firmar un contrato por un año. Saltó de alegría y salió corriendo y haciendo sus piruetas de payaso para arreglar su maleta y cumplir el llamado que le estaban haciendo. Él sabía que debía viajar en avión para poder llegar a tiempo.
Al llegar al aeropuerto y ver los aviones le dio un escalofrío porque él nunca había viajado en avión. Sintió nauseas, mareos y mucho miedo, por lo que tuvieron que darle un tranquilizante para poderlo llevar a Bogotá.
Al llegar al aeropuerto de la ciudad de Bogotá y bajar del avión sintió mucho frío y no sabía que hacer. Miró y miró a todos y no conocía a nadie, entonces caminó junto con los otros pasajeros lleno de miedo y de frío, cuando de repente apareció un señor uniformado que le preguntó ¿Es usted el payasito encantador? Y él sorprendido respondió ¿Por qué me lo pregunta? el señor muy serio respondió ¡Porque soy el encargado de recogerlo y llevarlo al hotel.
En ese momento el señor uniformado le entregó un abrigo y le pidió que caminara con él. Al llegar al sitio donde había muchos carros, el señor le abre la puerta de una limosina y lo invita a que entre. El payasito muy impresionado entró y se sorprende aún más cuando se da cuenta de lo grande que es y todo lo que tenía por dentro: televisor, equipo de sonido, teléfono, un bar y otras cosas que llegó a pensar que estaba soñando.
Cuando llegó al hotel, lo estaba esperando el presidente del circo y enseguida firmó el contrato que le habían prometido. Al día siguiente comenzó a actuar en el circo y todos los que asistieron a la presentación quedaron sorprendidos con su talento y no paraban de reír y de aplaudir. Muy pronto se convirtió en la estrella del circo, se hizo famoso, pero nunca olvidó su Tierra ni a su familia. Al poco tiempo empezó a mandar dinero para que sus familiares se los regalara a los más necesitados y después se llevó a su familia para Estados Unidos.
Cada día triunfaba más y más el payaso encantador y comenzaron las envidias, otro payaso que llegó al circo le tenía mucha rabia y hacía cosas para perjudicarlo y que lo sacaran del circo porque pensaba que mientras el payasito encantador estuviera en el circo, él no sería famoso. Entonces comenzó a pensar en la maldad que debía hacerle al payasito encantador para que actuara mal frente al público. El payasito encantador nunca imaginó el odio que ese payaso malo le tenía y no se cuidaba de él.
Una noche mientras que el payaso encantador salió hacer su presentación, todos los aplaudían y estaban felices, el payaso malo pensó ¡este es el momento! y comenzó abrir la bolsa donde tenía las bolitas de cristal con tan mala suerte para él, que no se dio cuenta que la bolsa estaba rota y sin culpa se le cayeron varias bolitas que hicieron bastante ruido. Al darse cuenta, se asustó y quiso recoger las bolitas sin que nadie se diera cuenta y en su desespero, piso una bolita y se cayó dándose un fuerte golpe que no podía pararse. Él payaso malo no se había dada cuenta que otro payaso del circo se estaba dando cuenta de lo que pretendía hacer y después de ayudarlo a parar le contó a los dueños del circo lo que había sucedido y en ese momento decidieron retirarlo del circo.
Después de terminar la función, el payasito encantador se enteró de lo que había pasado y le dio mucha tristeza, porque él consideraba a ese payaso, como su mejor amigo.
Muy triste, el payasito encantador se sentó solo en el piso del circo y lloró mucho imaginando que pudo haberle pasado algo malo, sólo por la envidia de esa persona que consideraba su mejor amigo y que mientras estuvieron juntos, no hizo otra cosa que ayudarlo para que cada día fuera mejor y llegara a ser igual o mejor que él.
Esa noche al ver la tristeza del payasito encantador, todos los compañeros del circo se sentaron a su lado lamentando lo que había sucedido y dándole ánimo para que siguiera adelante. También reconocieron que desde que él estaba en el circo iba mucha gente a las funciones y los dueños decidieron pagarles mejore sueldos.
El payasito encantador les agradeció el ánimo que le estaban dando y aprovechó para decirles que todos eran una gran familia y que no debían existir entre ellos envidias y mucho menos, pensar en hacerse daño. En ese momento todos aplaudieron y se dieron un fuerte abrazo.
Al terminar la reunión, todos se fueron a descansar, pero el payaso encantador se quedó sentado y pensando que gracias a Dios era un payaso famoso y había logrado ahorrar algún dinero a pesar de las ayuda que mandaba para la gente necesitada de su pueblo, pero se sentía muy solo porque la payasita Ruby de la cual estaba enamorado, nunca había querido casarse con él.
El payasito encantador estaba tan pensativo que no se había dado cuenta que la payasita Ruby, hacía mucho rato lo observaba. Ella se acercó a él y dándole un beso en la mejilla le pidió que se casara con ella porque lo amaba mucho. Al día siguiente en la carpa del circo un sacerdote los casó y desde entonces viven muy felices.
ACUAPERRO
Autor: Moisés de Jesús Laverde Sánchez.
Grado 4º 6
Había una vez un niño llamado Leider que vivía cerca al mar en una choza de madera y palmas, era pobre pero muy acogedora; vivía con sus padres, dos hermanos mayores y una perrita llamada Lula, a quien él quería mucho y nunca se separaba de ella. Su padre se llamaba José, su madre Rosa, su hermano mayor Andrés y el que le seguía, Felipe. Vivían de la pesca, eran pobres, pero muy felices, se querían mucho los unos a los otros, pero el centro de la casa era Leider por ser el más alegre y soñador de todos. Quería ser un gran capitán de barco y navegar por todo el mundo en busca de aventuras al lado de su gran amiga Lula, su fiel compañera. Una mañana su padre y hermanos salieron a pescar, Leider, como de costumbre corría tras de ellos, desesperado rogándoles que lo llevaran a navegar, pero como era tan pequeño, le decían que tenía que quedarse para acompañar a su madre. Desayunaron en familia como de costumbre, Lula, ese día no recibió las sobras de la comida, sólo chillaba alrededor de la canoa de José. Leider preocupado por ella, la cargó y le dijo: “no te preocupes Lula, mi padre es el mejor navegante que ha existido en el mar; cuando sea grande tendré mi propio barco y navegaré como él”. Se dispusieron a salir, Andrés y Felipe se despidieron de su madre con un abrazo y un beso, a Leider sólo le haló la oreja y a Lula, le rascaron la cabeza. José le dio un beso a su esposa y le dijo: “regresaré pronto, cuida mucho a Leider”. A Leider lo cargó y le dijo:”pronto podrás ir con nosotros hijito y verás lo maravilloso que es el océano, por lo pronto cuida de tu madre y de Lula, quien muy pronto te va a dar una sorpresa”, le dio un beso en la frente y partió.
Rosa no sabía por qué, pero le dio un mal presentimiento cuando vio partir a su familia y se dijo a sí misma: “déjate de cosas mujer, Dios está con ellos” y echándose la bendición entró a su casa. Leider por su lado se quedó en la orilla de la playa acostado viendo ir la embarcación de su padre y soñando que él iba con ellos. Duró toda la mañana dibujando barquitos en la arena, cuando de repente el cielo se empezó a nublar y al poco rato empezó a llover, entonces Leider corrió con Lula hacia su casa y la mamá estaba en la puerta esperándolo. Al llegar Leider le dijo a su madre: “tengo miedo, la última vez que a mi padre se lo cogió una tormenta duró varios días para regresar a casa y no quiero que eso vuelva a pasar”, la madre respondió: “tranquilo hijito, confiemos en Dios que nada malo ocurrirá, acompáñame a rezar”. Se oscureció y su padre y hermanos nunca llegaron. Fueron a ver a unos vecinos que también habían ido a pescar y ellos les dijeron: “nosotros los vimos por la mañana, mi hermano les dijo que se regresaran, pero José no quiso porque les había prometido a sus hijos que iban a pescar mucho para reunir un poco más de dinero para que Andrés pudiera entrar a la universidad y desde entonces no los volvimos a ver”. Nosotros nos regresamos porque le tenemos mucho miedo a las tormentas, que por estos tiempos suelen ser muy peligrosas, alejando a uno a islas deshabitadas. Como ya es demasiado tarde, esperemos hasta mañana que el mar esté en calma para salir a buscarlos, vayan a dormir tranquilos que mañana seguramente los encontraremos.
Leider y su madre regresaron muy tristes a casa esa noche pero esperanzados que al siguiente día traerían de regreso a su padre y hermanos. Esa noche no pudieron dormir muy bien, cuando amaneció, todos los amigos de José salieron en su búsqueda; Rosa no hacía más que rogarle a Dios para que su familia apareciera. Leider, se acostaba en la playa a mirar el mar esperando que le trajeran de regreso a su padre y hermanos. Lula no se despegaba ni un minuto de él, pero la noche llegó y todos regresaron muy tristes porque no encontraron ni rastro de ellos y así transcurrieron varios días y semanas y no aparecían.
Doña Rosa no volvió a sonreír, casi no hablaba y en las noches lloraba en silencio para que Leider no se diera cuenta que estaba sufriendo, pero Leider se daba cuenta y él también despertaba a llorar. Durante el día se sentaba en una roca al lado de una gran palmera a mirar a lo lejos, para ver si aparecían su padre y hermanos, él no perdía las esperanzas de volverlos a ver. Ya no soñaba con ser navegante, todo lo que esperaba era ver regresar a su padre y a sus hermanos. Lula, como siempre, no se separaba de él.
Una noche mientras dormía escuchó un ruido en la pata de la cama donde dormía Lula y se levantó con cuidado, prendió una lamparita y se llevó una gran sorpresa, vió dos perritos pequeñitos que Lula estaba alimentando. Sintió una gran alegría que hacía muchos días no sentía. El resto de la noche no durmió mirando los cachorritos porque no se explicaba como había sucedido. Cuando su madre se levantó, Leider emocionado salió a mostrarle los perritos que había tenido Lula, pero esta no le hizo el mayor caso y lo único que le dijo es que tenía que deshacerse de ellos, porque ahora que no estaba su padre ni sus hermanos, había menos dinero y a duras penas podían alimentarse ellos. Así que cuando abrieran los ojitos, tenía que buscar quien los adoptara. Leider no podía creer lo que su mamá le decía y corrió hacia la roca donde él se sentaba a mirar el mar y lloró hasta desahogarse, le parecía muy injusto lo que estaba pasando con su padre y hermanos para que también tuviera que deshacerse de los perritos. Pensaba mucho en Lula y lo triste que se iba a poner. Así transcurrieron los días y Leider estaba cada vez más triste, los perritos abrieron los ojitos y empezaron a caminar. Leider se dio cuenta que uno de los perritos era ciego y eso lo entristeció más porque pensaba como iba a sobrevivir sin su madre. Rosa al verlo tan triste decidió que podía quedarse con el perrito ciego y le puso por nombre Roky.
Roky creció un poco y le gustaba meterse mucho a la orilla del mar y que lo golpearan las olas. Pasaba horas allí y como no veía, el olor del mar le daba una sensación muy agradable. Cuando creció un poco más, se iba nadando muy lejos, todo el mundo tenía que ver con él y nunca lo tropezó una canoa ni un barco, era como si fuera un pez más en el mar. La gente le puso por nombre de Acuaperro y así quedó.
Cuando Leider no soportaba la ausencia de su padre, tomaba su ropa, la olía, la abrazaba y sentía que abrazaba a su padre. Lula y Acuaperro se sentaban con él a oler la ropa de José. Cuando eso ocurría, Lula se ponía a chillar y Acuaperro aprendió a distinguir ese olor aunque nunca conoció a José.
Un día Acuaperro se fue muy lejos nadando en el mar, pasó todo el día nadando y de repente le pegó un olor que se le hacía familiar y siguió nadando en esa dirección hasta llegar a una pequeña isla donde el olor se hacía más fuerte, caminó en tierra firme y se metió en una selva donde encontró el cuerpo de un joven tapado con hojas y ramas; siguió caminando buscando el olor, cuando de repente alguien lo cargó, era Felipe el hermano de Leider a quien se le hizo familiar porque se le pareció a Lula y eso lo alegró mucho. Se lo llevó a José, quien ya estaba moribundo; ellos no se explicaban como ese perro había llegado a un sitio tan lejano a pesar de ser ciego. Ellos encomendándose a Dios, le amarraron un pedazo de camisa de José en el cuello de Acuaperro y lo llevaron a la orilla y de inmediato se fue de regreso a casa. Leider por su parte, estaba muy preocupado porque su perrito no aparecía y se fue acostar muy triste. Cuando estaban dormidos oyeron unos golpes en la puerta, ya era de madrugada y se asustaron un poco, Rosa se levantó de un salto y abrió la puerta, al darse cuenta que era Acuaperro, se alegraron mucho; Leider buscó un trapo para secarlo porque estaba muy mojado y temblaba de fío. En eso Rosa se da cuenta que Acuaperro tenía algo en el cuello, se lo quitó y qué sorpresa se llevó cuando se dio cuenta que era un pedazo de la camisa de su esposo. Esperó que amaneciera y fue a ver a sus amigos para contarles lo que había sucedido, de inmediato tomaron a Acuaperro y lo pusieron en la orilla del mar, éste comenzó a nadar y los amigos lo siguieron hasta llegar al lugar donde estaba José y sus hijos. Al verlos, no podían creer que los habían encontrado, pero sólo estaba José y Felipe, a Andrés no lo veían por ninguna parte. Le preguntaron a Felipe y él les dijo con mucha tristeza que Andrés había muerto. Caminaron hasta el lugar en donde estaba el cuerpo de Andrés, lo levantaron y lo llevaron al barco, después cuidadosamente montaron a José, quie estaba muy mal de salud y Felipe cargó a Acuaperro y subió con él al barco de regreso a casa en compañía de sus amigos. Durante el viaje, Felipe les contó lo que les había pasado.
Cuando llegaron a casa, Rosa no podía hablar de la alegría cuando vio que en el barco venía Felipe cargando al perrito. Leider salió corriendo muy feliz a esperar el barco. Cuando por fin llegaron, se abrazaron muy felices, pero Rosa se dio cuenta que Andrés no estaba y rompió en llanto. Fue el momento más feliz y a la vez más amargo de sus vidas.
Con el tiempo superaron con mucho amor lo que había sucedido con Andrés y todo volvió a la normalidad, pero nunca como antes. El héroe fue Roky, bien llamado Acuaperro, quien es el perro más importante de la casa y famoso en toda la región que a pesar de ser ciego, vio lo que muchos ojos no vieron.
EL PAYASO CANTARÍN Y LA GATITA BAILARINA
Autor: Luis Camilo González Sejín.
Grado 4º 6
Cierto día llegó un circo a una pequeña ciudad donde vivían un payaso que le gustaba cantar y una gatita que bailaba muy bien, siempre la acompañaba un caballito de juguete, eran buenos amigos y decidieron ir a ver la función, todos los días lo hacían juntos y se sentían muy felices. La gatita tenía por nombre Lucía y usaba un disfraz de bailarina y el payaso Jorge uno de soldado. En la ciudad todos los conocían y sabían lo bien que actuaban.
Una noche cuando se presentaba la función, el público comenzó a gritar ¡que Jorge y Lucía canten y bailen!, ¡que Jorge y Lucía canten y bailen! ¡que Jorge y Lucía canten y bailen!, los dos se pusieron de pie y el payaso que estaba presentándose en ese momento los llamó y les dijo que hicieran lo que el público les pedía, entonces Jorge comenzó a cantar y Lucía a bailar. En ese momento todos se pusieron de pie y comenzaron a cantar la canción que Jorge cantaba y los aplaudian con mucha fuerza. Tanto Jorge como Lucía se sintieron muy felices.
Al terminar la presentación, se acercó a ellos el dueño del circo, los felicitó y le propuso que trabajaran en el circo.
Desde esa noche, Jorge y Lucía hacían su presentación en el circo y estaban muy contentos porque hacían un buen equipo y la gente los quería cada vez más.
Cierto día, el payaso Jorge no pudo ir al circo porque tenía fiebre y tocó que lo reemplazara otro payaso. La gatita Lucía cantó pero con mucha tristeza porque le hacía mucha falta su amigo Jorge. Al día siguiente Jorge se sintió mejor y asistió a la función; al verlo llegar, la gatita Lucía lo abrazó y le dijo que se sentía feliz que estuviera mejor y le contó que ayer le hizo mucha falta.
A la hora de la función el payaso y la gatita cantaron y bailaron alegremente, los dos se sentían muy, pero muy felices. El payaso sentía que la gatita bailaba mejor que nunca y la gatita que el payaso cantaba como nunca antes lo había hecho. Piensan que es la mejor función que han presentado desde que están juntos. Esa noche los aplaudieron tanto que desde entonces al payaso dejaron de llamarlo Jorge para decirle el payaso cantarín y a Lucía la gatita bailarina.
Todo era alegría hasta cuando se enteraron que muy pronto el circo se iría de la ciudad para un lugar muy lejano a donde ellos no podían ir. Se pusieron muy tristes y fueron donde le señor Renzo, dueño del circo y le preguntaron si era cierto que muy pronto se llevarían el circo para una ciudad lejana y él les dijo que eso era cierto. Jorge le preguntó: ¿Por qué se quieren ir de esta ciudad tan linda donde los queremos tanto? y el señor Renzo les respondió: Es que la vida de nosotros es así, no nos quedamos nunca en un mismo lugar, tenemos que llevarle alegría a todos los niños del mundo. Por eso demoramos un tiempo en cada lugar, y Jorge le respondió: ¿Por qué no demoran un tiempo más hasta cuando pase navidad? Y el señor Renzo le dijo: Es que el permiso que nos dio la alcaldía se nos termina este fin de semana. ¿Y no se puede hacer nada? dice Lucía. No, responde el señor Renzo. El payaso cantarín y la gatita bailarina agacharon su cabeza y por sus caritas corrían lágrimas de tristeza. El señor Renzo les dijo ¿y por qué no vienen con nosotros? Y ellos se miraron y respondieron: ¡No podemos hacerlo porque no podemos dejar solos a nuestras familias! En ese momento, el señor Renzo con lágrimas en su ojos les dijo: ¡Me gustó mucho conocerlos, son buenos trabajadores y lo que más gusta de ustedes es que cada día presentan cosas nuevas que les gusta a la gente. Es una lástima que no puedan viajar con nosotros para que los conozcan en otras ciudades y países del mundo.
Cuando el payaso cantarín y la gatita bailarina se alejaron del lugar, el señor Renzo se quedó pensando en la conversación que había tenido con Jorge y Lucía y se prometió hacer lo posible por complacerlos en quedarse con el circo en la ciudad hasta después de navidad.
El señor Renzo reunió a todos los trabajadores del circo y les comentó la conversación que había tenido con Jorge y Lucía. Al final les preguntó. ¿y ustedes que opinan de todo lo que les he dicho? Jaime, el payaso que invitó a Jorge y a Lucía a que se presentaran la primera vez ante el público, dijo: Si usted habla con el señor Alcalde para que nos de permiso para durar más tiempo en la ciudad, sería muy bueno porque de esa forma complacemos a esos maravillosos amigos y disfrutaríamos un poco más de esta bonita gente que hay en esta hermosa ciudad. Todos aplaudieron y el señor Renzo junto con Jaime y otros artistas del circo, se fueron para donde el señor Alcalde a pedirle que les diera el permiso hasta después de navidad. Al enterarse el señor Alcalde del motivo de la visita de los señores del circo, les dio el permiso que solicitaron. El señor Alcalde los felicitó por la alegría que el circo trajo a jóvenes y adultos de la ciudad.
Jorge y Lucía estaban muy tristes porque esa noche sería su última presentación. Cuando de repente llegó el señor Renzo a la casa de Lucía y le dijo: ¡Te traigo una buena noticia! Lucía saltó de alegría y le dijo ¿Cuál? El señor Renzo respondió ¡Nos iremos después de navidad! La gatita se puso muy feliz, le dio las gracias al señor Renzo y salió corriendo para avisarle a su amigo Jorge. Al llegar donde Jorge le dijo: ¡Te tengo una gran sorpresa! Jorge no alcanzó a responder cuando la gatita le dijo: ¡El circo se irá sólo después de navidad! En ese momento, Jorge saltó de alegría y le dijo: ¡Yo también te tengo esta sorpresa! y mostrándole un hermoso ramo de flores, le dijo, ¡Pensaba llevártelas a tu casa porque sabía que estabas muy triste porque el circo se iba!. La gatita lo abrazó y le agradeció el bonito detalle y enseguida decidieron comenzar a prepararse para las siguientes funciones.
La gente seguía acompañándolos cada noche y con mucha alegría esperaban la presentación de navidad que sería la última tal como lo había prometido el señor Renzo al alcalde de la ciudad quien los complació dejándolos quedar hasta después de navidad.
La presentación de navidad sería inolvidable. Cuando anunciaron al payaso cantarín y la gatita bailarina toda la gente que estaba en el circo los aplaudió por largo rato y pedían que comenzara la función.
Esa noche es inolvidable porque Jorge y Lucía actuaron de una forma tan graciosa que la gente no dejaba de reír, todos estaban muy contentos y festejaban todo lo que hacían
Cuando el payaso cantarín y la gatita bailarina terminaron la función, todos aplaudían y les tiraban flores de diferentes colores y un grupo de niños que estaban sentados en la primera fila soltaron globos blancos para agradecerles lo felices que habían sido durante todas las presentaciones en el circo. En ese momento Jorge, el payaso cantarín y Lucía la gatita bailarina con el caballito de juguete a su lado se despidieron del público que tanto los quería.
Al final, el señor Renzo junto con todos los artistas del circo se presentaron con regalos para Jorge y Lucía y les dieron las gracias por haberlos acompañado todo el tiempo que estuvieron en la ciudad y a los niños que fueron a la función les dieron confites por ser una fecha tan especial como es la navidad.
Después que el circo se fue, Jorge y Lucía comentaban felices en el parque de su barrio que lo vivido había sido una grandiosa experiencia y se prometieron seguir siendo los mejores amigos.
LA PRINCESA Y EL PRÍNCIPE
Autor: Camila Andrea Reyes Rivero
Grado 4º 6
Hace mucho tiempo vivían en su castillo la reina, el rey y una hermosa princesa de ojos azules. Cierto día organizaron una fiesta para festejar el cumpleaños de la princesa, estaba bailando cuando de repente vio entrar a un príncipe quien la miró a los ojos y la princesa quedó enamorada de él al ver que también tenía los ojos azules, le gustaron mucho sus ojos.
El príncipe la cogió a bailar y le dijo que quería que ella fuera su novia, la princesa aceptó y al poco tiempo se casaron. Vivían muy felices y la reina siempre le decía: “Cuídate mucho hija mía para que cuando yo muera seas una reina muy hermosa” y ella abrazándola le decía: “Mamita te quiero mucho, eres muy linda igual que mi papá, yo deseo llegar a ser reina, pero no quiero que te mueras”. La reina le respondió: “Tu sabes que para que puedas heredar mi trono, tengo que morir” y el rey al escucharla le dijo: No pienses en eso ahora que somos tan felices por tener una hija tan buena como la que tenemos.
Al casarse el príncipe y la princesa, se quedaron a vivir todos en el castillo y les ayudaban al rey y a la reina en todo lo que podían.
Al pasar los años, tuvieron dos hijos una hembra y un varón. La niña, parecida a su mamá y el varón al papá. Ellos eran muy felices y les compraban mucha ropa y todo lo que necesitaban.
Cuando la niña cumplió años, le regalaron un castillo, una muñeca y un celular de juguete. También le regalaron una perrita porque le gustaban mucho los animales. Era de color blanco y tenía un lunar negro en la frente, le colocó por nombre Lucerito y desde ese momento siempre la llevaba junto a ella Se divirtieron en familia y compartieron una torta de fresa que le habían comprado. Después se fueron para uno de los parques del castillo y montaron los columpios hasta cuando se hizo de noche y entraron al castillo. Porque Lucerito tenía mucho frío y había empezado a ladrar. La princesita la cargó y le dijo “cállate Lucerito, se que tienes mucho frío y la abrigó con una toallita que tenía.
La princesa y el príncipe estaban muy felices al ver la alegría de sus hijos y al entrar al castillo, le comentaron a la reina y al rey lo bien que habían pasado con sus hijos en el parque.
De inmediato la reina le ordenó a la sirvienta que sirvieran la comida pero la princesita y el principito dijeron que ellos querían comer hamburguesas con gaseosa, pero la reina les dijo que ella había mandado a preparar una comida especial para ese día y estaba segura que les iba a gustar, especialmente a la cumplimentada. Les prometió que si no les gustaba la comida, ella mandaría a preparar la hamburguesa que deseaban comer.
Se dirigieron al comedor y cada uno se sentó en el puesto de siempre y los sirvientes comenzaron a destapar los platos que habían hecho. Al darse cuenta la princesita que su abuela les había mandado a preparar la comida que más le gustaba, saltó de alegría y contenta le dijo: “Gracias abuelita, esta comida se ve deliciosa” Labuela le respondió. “Yo sabía que te iba a gustar no solo a ti, sino a todos nosotros”.
De inmediato le dieron gracias a Dios por la comida y empezaron a comer con mucho apetito. También le dieron a Lucerito, quien no se apartaba del lado de la princesita.
Al finalizar la comida, todos quedaron satisfechos y la reina le preguntó a sus nietos ¿Aún desean la hamburguesa? y ambos respondieron al mismo tiempo: no abuela, la cena estuvo muy sabrosa y quedamos llenos. Dejemos esa hamburguesa para otro día, y la reina respondió: “Una reina siempre cumple lo que promete, por eso les pregunto si todavía la quieren, para mandárselas a preparar”, todos rieron y se fueron a ver televisión.
Durante una hora, vieron un programa de muñequitos y la princesita se estaba quedando dormida. El príncipe la cargó y la llevó a su cama. Le dio un beso y la tapó con una suave sábana de color rosado. La habitación de la princesita era grande, de color blanco, con lindas cortinas de color rosado. Tenía muchas muñecas y juguetes y una cómoda donde había gran cantidad de ropa que le habían comprado los papás y los abuelos. También había un tocador con un espejo grande, peinillas, cepillos, polvos y colonias. La cama era grande y de color rosado un poco más bajo que el color de las cortinas y a la derecha de la cama estaba el baño adornado todo de rosado.
Mientras el príncipe lleva a la princesita a su cuarto, la princesa se acerca al principito y le dice que debe acostarse también porque mañana bien temprano vendrá la persona que le enseñará montar a caballo. El principito se pone muy contento y le dice a su madre: “Si mamita, tengo que aprender a montar caballo porque un príncipe tiene que aprender de todo para poder ser un buen príncipe”
La princesa y su hijo se fueron para su cuarto. Era de color azul con cortinas blancas. Se observaban muchos juguetes, principalmente carros y muchos animales de caucho; también había un balón de fútbol y un cuadro grande que con un hermoso caballo negro parado en dos patas y un jinete vestido de blanco. Al entrar al cuarto mira el cuadro y le dice a su mamá: “Muy pronto seré como el jinete de este cuadro” y la madre sonríe y dice: “si te propones ser un buen jinete, lo serás, hijo”. El príncipe le comenta a la madre que desea ser un gran jinete para recorrer todas las tierras de sus abuelos y ayudar a los pobres, la mamá le dice: “Que Dios te bendiga por tener tan buen corazón”.
La princesa se despide del principito e intenta salir del cuarto, cuando de repente el niño le dice: “Mamita, mamita, antes de irte léeme el cuento del Jinete de la noche” y la mamá le responde: “Ese cuento ya te lo sabes de memoria” y el principito responde: “Si mamita, pero a mi me gusta como me lo lees tú” La mamá le dice: Mejor, cuéntame ¿Por qué te gusta tanto ese cuento? Y el niño responde con los ojos muy abiertos “es que yo quiero ser como ese jinete” y la madre le pregunta ¿Para qué? y el responde “para ayudarle a la gente pobre. La madre le dice “tienes un gran corazón, hijo” hablaron sobre la forma como ayudarle a los pobres y poco a poco, el principito se fue quedando dormido y la princesa salió del cuarto sin hacer ruido.
A la mañana siguiente, tal como estaba programado, llegó el señor que enseñaría al principito a montar caballo y él lo esperaba intranquilo para empezar sus clases. Se dirigieron a la caballeriza y el señor que cuida los caballos les entregó el caballo del principito. Es un caballo muy manso, de color blanco que tiene una hermosa cola que casi le arrastra al piso, sus cascos y aperos son de color negro. El señor que enseñará al principito a montarlo, lo soba por el lomo y después lo monta. Da varias vueltas y se da cuenta que el principito no correrá ningún peligro al montarlo. Empiezan las clases y después de un tiempo, el principito se convierte en un gran jinete que a sus doce años recorre en su caballo las tierras cercanas al castillo y les reparte regalos a los niños pobres.
Al llegar navidad, le pide a sus padres y abuelos, organizar una fiesta e invita al castillo a todos los niños pobres que ha conocido para darles regalos y compartir con ellos una torta muy grande, gaseosas y confites. Su hermana la princesita que ya es una señorita de quince años, le colabora para que todos los niños y niñas que van a la fiesta se sientan bien.
En adelante, cada año para época de navidad, el principito junto con su familia, organizan una gran fiesta para compartir con los pobres. Por eso los quieren mucho y cuidan las riquezas de la reina y del rey.
Pasaron los años y al morir los abuelos y los padres de la princesita y el principito, la princesa y el príncipe se convierten en la nueva reina y el nuevo rey de todo lo que heredaron de sus abuelos y padres.
Cuentan los habitantes de esa región que la reina y el rey vivieron muchos años, tuvieron tres hijos y vivieron siempre muy felices.
Año 2010
Con los (as) estudiantes de grado 5o. 7 de la Institución Educativa Villa Margartita - Sede Alfonso López, se conformó un semillero de investigación desde el Área de Ciencias Sociales y se inició el proceso investigativo con el objetivo de adquirir conocimiento social y cultural a través de la reconstrucción de la historia del barrio Alfonso López (contexto en donde está inmersa la sede), utilizando la indagación, recopilación y el recuerdo de personas adultas mayores que, en un pasado reciente, habitaron o habitan dicha localidad.
El trabajo investigativo se presentó en la Feria de la Ciencia Interna de la Institución y se inscribió ante Secretaría de Educación Municipal para participar en Expo Ciencia 2010. Fué selecionado y se postularon democraticamente seis integrantes del grupo para hacer la exposición en tan magno evento. La experiencia fué muy satisfactoria para esos niños que por primera vez asistían como ponentes en un evento de talla municipal. Fué doblemente galardondo con el primer lugar y como mejor proyecto del Área de Ciencias Sociales. Lo ponemos a tu disposición haciendo clic aquí: memoriadealfonsolopez.blogspot.com
Los ponentes fueron: Luis Camilo González Sejín, Wendy Vanessa Arrieta Meza, Moisés de Jesús Laverde Sánchez, Kevin Darío Corrales Tordecilla, Leidi Vanessa Revueltas Salcedo y Ubaldo Enrique Velásquez Hoyos.
A continuación observa a través de las fotografías la dinámica que tuvo la exposición de la investigación por parte de los estudiantes en el Centro de Convenciones de la ciudad de Montería Córdoba durante los días 5, 6 y 7 de octubre de 2010 en el marco del desarrollo del evento:
LA PALOMA Y SUS HIJOS
Autor: Kevin Darío Corrales
Grado 4º 6
Primer Puesto categoría Infantil en el 1er Concurso de Cuento Infantil y Juvenil Biblioteca Comfacor 2009
Había una vez una paloma que vivía con sus tres hijitos en un árbol donde había hecho su nido. Los pichoncitos todavía estaban pequeños, eran dos macho y una hembra y por ello la mamá les iba a buscar comida en la casa que estaba al lado del árbol para no dejarlos solos durante mucho rato.
Un día la paloma como de costumbre salió a buscarles la comida a sus hijitos y cuando iba a volar desde el nido se dio cuenta que el árbol estaba rodeado de agua, se había hecho un enorme charco porque durante la noche había llovido mucho y tuvo que tapar el nido con hojas y ramas para que no se mojara. Esa noche casi no durmió porque se la pasó cuidando sus pichones.
Al amanecer, cuando la paloma iba a volar hacia el suelo para buscarle la comida a sus pichoncitos que estaban hambrientos, se asustó al ver el charco y tuvo que tomar bastante impulso para no caer en el agua y mojarse, porque si mojaba su plumaje, cuando regresara al nido mojada se le podían enfermar sus hijitos y morir de un resfriado. Ella no quería eso porque amaba mucho a sus hijitos.
De regreso al nido la paloma le llevó comida a los pichoncitos, los alimentó uno a uno y luego los acurrucó para que se durmieran y descansaran.
Días después, la paloma alimentó a sus hijitos y les dijo: -Ya ustedes han crecido y están fuertes, es hora que empiecen a volar para que aprendan a defenderse solos, volar es muy fácil sólo tienen que mover sus lindas alitas y seguirme a donde yo voy, hoy empezaremos-.Los pichoncitos movieron felices sus alitas porque ellos querían aprender a volar para conocer el mundo del que su mamá les había hablado en los cuentos que les contaba antes de dormir.
A la mañana siguiente, la paloma llevó sus hijitos a volar y les mostró como buscar comida por si solos. Luego regresaron al nido y cansados del vuelo se fueron a descansar. Ya en el nido, el pichoncito más pequeño les preguntó a sus hermanitos si les había gustado el paseo y los dos respondieron que sí, pero que debían tener mucho cuidado porque también había cosas peligrosas que podían hacerles daño. El pichoncito respondió, por eso nuestra madre nos enseñó como debemos cuidarnos y cuando salgamos solos debemos ser muy cuidadosos. En eso todos tres estuvieron de acuerdo.
Por muchos días, la paloma siguió volando con sus tres hijitos y cuando estuvieron preparados, la mamá paloma los mandó solos a buscar comida. Cuando ellos salieron, se pararon en la rama del árbol mirando en qué dirección volarían, sin darse cuenta que había llegado un niño con una honda y sin darles tiempo les tiró un piedrazo, la palomita cayó herida y sus dos hermanitos muy tristes volaron hacia donde estaba el niño con la honda en la mano, quien se asustó y se fue del lugar. Mientras eso ocurría, la mamá paloma que había visto todo lo que había sucedido, desde el nido voló rápidamente hasta donde su hijita herida y de inmediato los dos hermanitos volaron hacia donde estaban ellos y se pusieron a llorar junto con mamá paloma porque todos pensaban que su hermanita estaba muerta.
Luego entre todos llevaron a la palomita al nido para ver si podía salvarla porque se dieron cuenta que todavía respiraba. La paloma estaba muy triste porque no les había dicho a sus hijitos que se cuidaran de los niños que usaban hondas, sin querer lo había olvidado porque hacía mucho tiempo que no veía un niño con una honda para hacerle daño. En ese momento ella estaba muy furiosa porque pensaba que los niños ya no usaban honda y aprendió a quererlos mucho. Nunca los había visto como sus enemigos, por el contrario, el niño que vivía en la casa cercana al árbol donde tenían su nido, en muchas ocasiones le echaba maíz molido para que se alimentara.
Mientras la paloma y sus dos hijitos lloraban sin saber como ayudar a la palomita, ella despertó, al ver esto, tanto la mamá paloma como sus hermanitos se pusieron muy felices. La palomita intentó pararse pero no pudo porque le dolía una alita. Mamá paloma la revisó y se dio cuenta que la tenía malograda. Ellos no se habían atrevido a tocársela para no lastimarla, pero la palomita les dijo que le lavaran su alita con bastante agua. De inmediato mamá paloma voló y se paró en una de las ramas del árbol desde donde vio un pañuelo blanco que estaba guindado en una cuerda muy cerca de la casa. Voló hasta donde estaba el pañuelo y lo tomó con su pico, luego voló hasta la alberca de la casa y parándose con cuidado metió el pañuelo en el agua para mojarlo. Al sacarlo se da cuenta que estaba más pesado y no podía volar fácilmente hasta el nido. Uno de los palomitos la miraba desde el nido y decidió ir a ayudarle. Voló hasta la alberca y cogiendo el pañuelo por uno de sus lados voló junto con su madre hasta el nido y con cuidado limpiaron la herida que la palomita tenía en su alita por el piedrazo que el niño le había dado momentos antes.
Pasaron los días y poco a poco la palomita se fue mejorando de la herida en su alita hasta cuando se puso bien de un todo. La palomita al verse bien le dio las gracias a mamá paloma y a sus hermanitos por los cuidados que tuvieron con ella mientras estuvo enfermita.
Después de lo que sucedió con la palomita, mamá paloma y sus hermanitos quedaron bastante nerviosos y no se atrevían a salir si no era en compañía de su madre. Sólo llegaban hasta el jardín de la casa cercana, donde conocieron otras palomitas. Los palomitos contentos con los amigos que acababan de conocer, le contaron lo que le había pasado con su hermanita y el miedo que sentían de alejarse del nido de su madre. Uno de los palomitos les respondió que no debían tener miedo porque así como había niños que no respetaban a los animales y les tiraban piedras con hondas, había otros que los querían mucho y los cuidaban.
Otro de los palomitos les dijo: yo tengo un amiguito muy bueno que se llama Juan Pablo, es un niño que me cuida y quiere mucho. Él con su padre me construyeron una linda casita encima de un árbol del patio de su casa donde todos los días me colocan agua y comida, si quieren acompañarme los llevaré para que la conozcan. De inmediato todos respondieron que sí a la invitación que les acababan de hacer y juntos volaron hasta llegar al la casita y comprobaron que todo lo que les había dicho el amigo palomito era cierto.
La casita era de color blanco, bastante grande para que el palomito se sintiera bien, tenía muchas ventanas por donde le entraba mucho fresco y unas cortinitas sobre las ventanas que se podían bajar cuando a la casita entraba mucho sol o hacía demasiado frío; en una esquina de la casita había una taza grande de color verde con agua hasta la mitad y una más pequeña de color rojo llena con agua; al otro lado había también una tacita de color azul donde había bastante comida. En todo el centro de la casita había un nido de paja que poco a poco el mismo palomo fue haciendo, eso nos contó.
Todos disfrutaron del paseo a la casa del amigo y al darse cuenta que comenzaba a atardecer, decidieron regresar a sus nidos, pero ante de irse la palomita le preguntó a su amigo ¿Por qué hay dos tazas con agua en la casita? Y el palomo le respondió: ¡La taza verde es para bañarme cuando lo desee, mientras que la roja es el agua que utilizo para beber cuando siento sed! ¿Te das cuenta?, mi amigo y su padre me quieren mucho. Todos dijeron ¡Que suerte tienes de tener esos amigos! Y el respondió: por eso yo también los quiero mucho. De inmediato se fueron convencido que no todos los niños maltratan a los animales. Al llegar al nido mamá paloma muy preocupada los esperaba y ellos le contaron lo que les había sucedido. Desde entonces, los tres hermanitos salieron a buscar solos su comida, pero al salir su madre les decía: – cuídense mucho de los niños que tienen hondas, les pueden hacer daño-
Los tres hermanitos eran muy unidos y siempre andaban juntos, cierto día cansados de volar en busca de comida se pararon en la ventana de una casa que les llamó la atención porque muy cerca había un árbol que tenía frutos pequeñitos de color amarillo muy parecido al maíz, cuando de repente observaron debajo del árbol sentados en un banco de madera a tres niños que conversaban, no se alcanzaba oír lo que decían. La palomita les dijo, volemos hasta el árbol para mirar de cerca los frutos: al pararse en una de sus ramas y mirar a su alrededor, la palomita se puso a temblar y a llorar. Sus hermanitos se asustaron y le preguntaron ¿Qué te pasa hermanita? Ella respondió: ¡Miren ese niño, el que tiene la gorra blanca fue el que me hirió mi alita con la piedra! Los hermanitos miraron y también se pusieron nerviosos. El mayor de los hermanitos les dijo: -No se muevan, no hagan bulla para que no nos vean, me acercaré un poco más a ellos para escuchar lo que hablan y ver si tienen hondas en sus manos-
Al acercarse, el palomito escuchó que el niño de la gorra le contaba lo arrepentido de estaba por haber matado a una palomita indefensa con una honda que se había encontrado en el camino cuando iba para su casa. Les explicó que no sabe qué le pasó ese día, porque él quiere mucho a los animales, también les dijo que lo que más le dolió es que ese día se fue corriendo del susto al ver caer a la palomita herida y no la ayudó, piensa que se murió. Por eso, desde ese día se reúne con los niños que encuentra, para hablarles de los animales y lo importante que es cuidarlos porque hacen parte de la naturaleza que Dios nos regaló. Sabe que lo que hizo con esa palomita estuvo mal y está muy arrepentido. Al escuchar esto, el palomito voló hacia donde estaban sus hermanitos temblorosos del miedo y les contó lo que había escuchado, se pusieron muy felices y se abrazaron.
En ese momento, la palomita voló y se le paró en el hombro al niño que días atrás le había malogrado su alita y el niño al sentirla la tomó entre sus manos y cuando le acariciaba sus plumitas se dio cuenta que tenía una cicatriz y dijo: Pobrecita, ¿Qué te pasó? Y ella sacudió sus alitas y voló hacia donde estaban sus hermanitos. El niño y sus amiguitos rieron y observaron a los tres hermanitos que se fueron volando hasta cuando se perdieron de la mirada de ellos.
Moraleja: No hagas a otro, lo que no quieres que te hagan a ti.
LOS ANIMALES DE LA SELVA
Autor: Cris Miled Peña Reyes.
Grado 4º 6
Cierto día se reunieron los animales de la selva porque cada uno reclamaba su espacio para construir su casa y no vivir todos revueltos. Había mucho egoísmo entre ellos y los peces no querían que los otros animales tomaran agua de sus quebradas, los monos no querían que las aves, las jirafas, los osos, tocaran los árboles, mientras que el León los quería gobernar a todos. El tigre sólo pensaba en aprovechar la ocasión para que alguien se descuidara y atraparlo para comérselo. Todos pensaban sólo en su beneficio sin importarles los demás.
Mientras todo esto ocurría, el conejo decide formar dos grandes grupos: un grupo que estaba de acuerdo con que todos los animales fueran amigos, no se maltrataran los unos a los otros y formar una familia que se respetaran y compartieran toda la selva y otro grupo que cada uno mandara en su espacio sin depender de nadie. Cada uno buscó su grupo y al estar divididos, el conejo dijo: - Propongo que hagamos una apuesta entre los dos grupos y se hará lo que el grupo ganador diga. Todos estuvieron de acuerdo y la jirafa levantando su largo pescuezo dijo: - Yo propongo que se divida la selva en dos partes, un grupo coge la derecha y el otro grupo coge la izquierda para contar en quince minutos todas las especies de árboles que existan, les colocamos el nombre y un número. Ganará el grupo que logre tener más especies de árboles –Ambos grupos aplaudieron y estuvieron de acuerdo con la propuesta de la jirafa. El conejo dijo:- para no confundirnos, el grupo de la izquierda, es decir, los que quieren tener su espacio y ser independientes, será el Grupo (A) y los de la derecha, los que quieren que seamos una gran familia, será el Grupo (B).
En ese mismo momento cada grupo empezó hacer lo que habían acordado. El grupo (A) lo lideraba el león y el grupo (B) el conejo.
Al pasar los quince minutos, se encontraron ambos grupos en el lugar donde habían hecho el acuerdo. El grupo (A), liderado por el león contaba con cincuenta y cinco robles, treinta de vara de humo, quince camajones, para un total de 100 árboles. El grupo (B), liderado por el conejo contaba con cincuenta y ocho robles, treinta y dos vara de huno, diecisiete camajones, para un total de 107 árboles, sin contar cuarenta y nueve árboles de variados nombres. Terminado el conteo de los árboles, se da por ganador al Grupo (B), liderado por el conejo.
Al ganar la apuesta el grupo (B), el conejo y demás integrantes se pusieron muy felices y dieron un abrazo a los del grupo (A) en señal de paz y el conejo se montó en un tronco y dijo. - De ahora en adelante se acaban los grupos y las discusiones entre nosotros porque ahora somos una sola familia que en adelante compartiremos nuestra selva en armonía, Dios nos la regaló para que viviéramos felices sin peleas ni egoísmos. Todos los animales aplaudieron y el León dijo : ¡entonces hagamos una fiesta!
La fiesta se realizó en armonía y hubo comida, bebida, música y mucha alegría. Estaban contentos y vinieron días muy felices. La jirafa convidó a los demás animales a jugar y el conejo se paseaba lleno de felicidad disfrutando de la naturaleza y gritando por toda la selva ¡Gracias Dios por darnos esta selva tan hermosa y ser una familia muy feliz! ¡Gracias Dios porque se acabaron las peleas entre nosotros!, ¡Gracias Dios por darnos tantos frutos y cosas que nos sirven de alimento!
Mientras el conejo gritaba diciendo todas esas cosas por la selva y por donde pasaba los animales lo aplaudían y le decían que tenía razón, el tigre, escondido en un matorral hablaba solo diciendo ¡ese conejo está loco, yo me estoy muriendo de hambre porque no puedo cazar a ninguno de mis hermanos animales para no disgustar a nadie! ¿Qué hago? y levantándose de donde estaba acostado dijo: -ese conejo se las da de muy bueno, debo comérmelo para que se deje de tanta cosa y que todo vuelva a ser como antes- En ese momento sintió unos pasos y se dio cuenta que era conejo. Al verlo le dijo: ¡Hola conejo! ¿Qué haces por aquí? Conejo le respondió: -Ando mirando como están las cosas por este lado de la selva- y el tigre le respondió: ¿es que ahora te crees el rey de la selva? El conejo le respondió: -no es que me crea el rey de la selva, es que ahora yo soy el el rey de la selva- ¿no ves que todos me quieren y me aplauden? Y el tigre le dijo – No abuses de tu buena suerte- conejo sintió un poco de miedo y se despidió del tigre.
Tigre se quedó observando la forma en que se fue conejo y dijo: -tan pequeño que es y lo grande que se cree ahora, antes ni siquiera se acercaba a mi- Caminó un largo rato hasta la quebrada para beber agua y se quedó un rato cogiendo fresco debajo de un frondoso árbol cuando de repente vio venir al león, lo saludó y le dijo: ¿imagino que te encontraste con el rey de la selva? El león respondió ¿acaso no sabes que el rey de la selva soy yo? Eras, le respondió el tigre. El león preocupado dijo ¿quieres decirme quien es el rey de la selva al que te refieres? El conejo, respondió. Ahora dice que él es el rey de la selva ¿Cuándo te quitó el puesto? El león muy rabioso se fue a buscar al conejo, mientras que el tigre se quedó pensando a qué animal cazar para poder quitarse esa hambre tan grande que tenía, cuando de pronto ve un venado que se acerca confiado hacia él porque pensaba que el tigre no le haría daño, pero se sorprendió cuando se dio cuenta que el tigre quería comérselo. Pegó la carrera pero ya era demasiado tarde porque el tigre se lanzó sobre él y lo mató. De inmediato todos los animales que estaban cerca y vieron lo que había sucedido, salieron corriendo a buscar a conejo para contarle lo que había sucedido con el hermano venado y se encontraron con el león quien les preguntó ¿Qué pasa, por qué corren? Uno de los monos le contó lo que había sucedido y lo que pretendían hacer. El león les dijo ¿pero.. por qué van a buscar al conejo? Y dijo un venado que estaba muy asustado ¡Para que castiguen al tigre! El león respondió – es que el conejo no tiene por qué cambiar la ley de la selva. Cada animal tiene su forma de alimentarse para poder sobrevivir, así lo dispuso Dios, nosotros los animales que nos alimentamos de carne tenemos que buscarla y encontrarla en alguna parte, así como hay otros animales que se alimentas de frutas, otros de hierva, otros de carroña y otros comen de todo, a nosotros nos toca sacrificar a un hermano nuestro, porque no encontramos otra forma. Si no lo hacemos nos moriremos de hambre-
Dice la jirafa, pero es que nosotros tenemos un acuerdo de vivir en paz y respetarnos, el conejo así lo ha gritado por toda la selva.
El león dijo: ¿que tal que los árboles no permitieran que le cogieran sus frutos, o que los peces no permitieran que tomáramos el agua en donde viven o que el hombre no pudiera comer la cosecha que cultiva? ¡Todos nos moriríamos de hambre verdad! Se oyen comentarios y al final comprenden que el león tiene razón, es entonces cuando de una madriguera y muy asustado con voz temblorosa dice conejo: ¡entonces, sálvese quien pueda, porque desde este momento todos corremos peligro!
Todos los animales presentes salieron huyendo, pero el león con voz fuerte dijo: ¡Alto, nadie se va hasta cuando yo no les diga algo! – Nosotros los animales carnívoros no vamos matando a todo animal que vemos, sólo tenemos que hacerlo cuando tenemos hambre y…y…y… en este momento tanto mis cachorros como la leona y yo sentimos demasiada hambre, me imagino como estarán también mis otros amigos carnívoros, que desde el día en que el conejo salió con ese invento, no comemos Ja, ja, aja, ja…
Al escuchar estas palabras todos los animales salieron corriendo para salvarse, el primero fue el conejo, quien en ese momento olvidó todo lo que había dicho. Desde ese día los animales continuaron compartiendo la selva y trataron de vivir en paz, hasta donde podían, pero siempre pendientes del peligro que cada uno de ellos corría.
Moraleja: No quieras cambiar lo que manda la naturaleza.
LA AMISTAD
Autora: Wendy Vanesa Arrieta Meza.
Grado 4o 6.
Cierto día, durante un paseo al bosque, mientras pato se divertía con oso en una charca, elefante, conejo y yo estábamos organizando una fiesta. Como oso es un animal muy malvado, fingía estar disfrutando pero en realidad estaba engañando al que decía ser su amigo. Sintieron sed y pato salió un momento a buscar unos refrescos, oso aprovechó y se fue. Cuando pato llegó con los refrescos, oso no estaba y el pato se preocupó.
Un rato después, oso llegó al lugar donde estábamos organizando la fiesta y le pregunté: ¿y donde quedó pato?, el me respondió: pato se quedó comprando unos refrescos. En ese momento, oso estaba mintiéndoles y no les dijo que se había venido sin decirle nada a oso, sin imaginar que pato estaba desesperado buscándolo por todas partes porque pensaba que le había pasado algo malo.
Oso era envidioso, mentiroso y desconfiado y no soportaba que nosotros estuviéramos reunidos sin él organizando la fiesta para festejarle el cumpleaños a nuestro amigo pato, quien era un ser muy gentil y amigable.
Como sabemos que oso es mentiroso, no creímos lo que nos dijo y en ese mismo instante salimos a buscar a nuestro amigo pensando que podía estar en peligro porque a esa charca llegan muchos animales a refrescarse o a beber agua.
En realidad, no estábamos equivocados, porque cuando llegamos a la charca, pato no estaba, lo llamamos y lo llamamos por todos lados y pato no nos respondía. Mis amigos conejo y elefante se miraron y yo entendí que ellos al igual que yo estábamos pensando que oso lo había matado.
Mientra nosotros buscábamos a pato por todas partes, nuestro pobre amigo estaba pasando por un momento muy malo. Estaba en las garras de un tigre muy malo y nosotros cada vez más desesperados por no encontrarlo, entonces decidimos separarnos para buscarlo mucho más lejos, cada uno en diferente dirección y llegamos al siguiente acuerdo: al conejo le tocó buscarlo a la derecha del bosque, al elefante a la izquierda y al León, que dice ser el más fuerte de ellos, decidió ir al norte. Como era más del medio día acordaron encontrarse dentro de tres horas frente a la charca y si encontraban antes a pato, de todas formas, se esperarían en ese lugar para ir a la fiesta que le organizaron por su cumpleaños.
Cada uno se fue en la dirección que acordaron: Conejo mientras corría por el bosque llamaba a su amigo y le preguntaba a todos los animales que encontraba a su paso si lo habían visto, pero nadie le daba razón.
Elefante caminaba lentamente entre los matorrales queriendo encontrar a su amigo y pensando que de pronto podía estar herido y si caminada rápido podía parar sobre él sin darse cuenta. Buscó y buscó por horas y horas y tampoco lograba encontrar al pato.
Como el león es el rey de los animales, todos le tienen respeto y cada animal que se encontraba a su paso le preguntaba qué buscaba tan desesperadamente y él les explicaba y les pedía el favor que lo ayudaran a buscas a su amigo pato, pero todo fue inútil porque el tiempo pasaba y no encontraban al pato. Entonces decidió regresarse a la charca para encontrarse con el conejo y el elefante, con la esperanza que ello si tendrían en su poder al amigo. Elefante y conejo hicieron lo mismo y a las tres horas, se encontraron nuevamente frente a la charca. Al llegar, se pusieron muy tristes porque se dieron cuenta que ninguno había tenido la suerte de encontrar al pobre pato desaparecido.
Cansados y preocupados decidieron llegar hasta el lugar donde organizaron la fiesta de cumpleaños para pato y se sorprendieron al ver que oso estaba en el lugar comiéndose el enorme pastel que habían preparado para el cumpleaños de pato. León le preguntó ¿Qué haces, por qué te estás comiendo ese pastel que no es tuyo? Y el oso respondió: porque tengo hambre y ustedes se estaban demorando mucho. León, conejo y elefante le dijeron: Tú eres un mal amigo, no te has preocupado por lo que le haya podido pasar a nuestro amigo pato ¿no entiendes que tú eres responsable por haberlo dejado solo? Y el oso sin dejar de comerse la torta les respondió: A mi no me importa lo que le pase a ese fastidioso animal, vengan, disfrutemos de la torta.
León, conejo y elefante se alejaron de oso y comentaron que no es bueno pensar como oso, que cuando se es amigo de verdad, uno se preocupa por lo que le pase al otro.
Estaban los tres planeando como seguir la búsqueda de pato, cuando de repente llegó Juanita, la niña que siempre está pendiente de ellos y les comentó que se había enterado de la pérdida de pato. León le preguntó ¿y como te enteraste? Juanita respondió hace un rato yo estaba cerca y observé que le entregaron una carta a oso, pero este por estar comiendo pastel la colocó en el huequito de ese árbol sin haberla leído, y el conejo le preguntó ¿y tu sabes que dice la carta? no, respondió Juanita. Ustedes saben que nadie debe leer las cartas que no vienen dirigidas a uno. Eso es cierto, respondió elefante. Pero ¿Qué hacemos dijo conejo? León responde ¿Qué tal que en esa carta diga donde está nuestro amigo pato? Los cuatro se juntaron, hablaron muy despacito y decidieron leer la carta para ver si había alguna información que pudiera servirles para encontrar a pato.
En ese momento Juanita cogió la carta sin que oso se diera cuenta y se alejaron para leerla. Juanita la abrió y cuando comenzó a leerla y dijo: ¡No puede ser, pato está en las garras de tigre! Enseguida salieron corriendo a buscar en el sitio que decía la carta. De pronto elefante dijo: paren un momento y conejo preguntó ¿Qué pasa? ¿Por qué debemos detenernos? Y elefante respondió: conejo, súbete en mi espalda para que veas si es realidad lo que estoy viendo. Conejo obedeció a elefante y gritó: allá está la casa de palma que dice la carta. Juanita también se montó y dijo: ¡Esa es la casa donde tigre tiene a pato! ¿Qué hacemos? preguntaron todos y Juanita respondió: debemos ser muy cuidadosos para que tigre no se de cuenta que venimos a rescatar a pato.
Conejo se acercó con cuidado a la casa y se dio cuenta que la ventana que estaba al otro lado de la puerta estaba un poquito abierta, vio donde tenían a pato amarrado y escuchó que tigre le decía ¡Dentro de un rato me daré un rico banquete contigo, te has salvado porque cuando te encontré acababa de comerme un venado que distraído pasó por donde yo estaba acostado y no lo perdoné, pero ahora sigues tu como sobremesa, serás mi postre,.ja ja ja ja ja.
Asustado, conejo regresó donde sus amigos y les comentó lo que había visto y escuchado. Se pusieron de acuerdo y Juanita dijo: elefante y conejo se van para la ventana que yo me acercaré a la puerta y tocaré para que tigre se pare a abrir y mientras tanto ustedes aprovechan y sacan a pato por la ventana mientras yo distraigo a tigre. Cuando Juanita toca la puerta, tigre responde con vos poco amigable ¿quién es? y Juanita no responde. Es entonces cuando tigre se para y se sorprende con la inesperada visita. Ella intenta entrar, pero tigre no la deja y se quedan hablando en la puerta cuando de repente se escucha un ruido que hicieron elefante y conejo mientras sacaban a pato por la ventana. Tigre salió furioso y se da cuenta de lo que está pasando y dijo ¡Ahora los atraparé a todos y me los comeré uno a uno, de mi nadie se burla! En ese momento cuando todo estaba perdido, llegó el oso y se tiró sobre el tigre, lo agarró y le pidió a elefante y conejo que lo amarraran mientras que Juanita abrazaba a pato que agradecido con sus amigos lloraba de la alegría. Oso se disculpó con todos y le pidió a tigre que en adelante fueran buenos amigos y este aceptó. Al final todos disfrutaron de la fiesta de cumpleaños de pato.
Moraleja: El que tiene un amigo sincero, tiene una verdadera amistad.
LOS TRES CERDITOS
Autor: Javier de Jesús Pérez Arrieta
Grado 4º 6
Juan y Pedro son dos hermanos que se quieren mucho, siempre han vivido juntos y tienen una finca que está alejada de la ciudad. Es una finca bonita con muchos árboles frutales, dos represas, caballos, vacas, gallinas, gallos, patos pavos, perros, gatos y una casa grande en la que tienen su oficina. También tienen tres cerditos que son muy consentidos, andan sueltos y pueden ir a donde ellos quieran. Lo único que no les gusta a Juan y Pedro es que salgan de la finca.
Los cerditos eran muy traviesos y a veces hacían maldades que no le gustaban a nadie. Cierto día hicieron una travesura y le pusieron las quejas a Pedro y dijo que no le soportaría más a los cerditos, que los iba a echar fuera de la finca o encerrarlos en un chiqueo para que aprendieran a respetar.
Uno de los cerditos que estaba cerca lo escuchó y salió corriendo hasta donde sus dos hermanos y preocupado les dijo: tenemos que portarnos bien y no hacer tantas travesuras si no queremos vivir en la calle pasando hambre o vivir encerrados en un chiquero. Desde ese día, los cerditos empezaron a portarse bien para que nadie tuviera quejas de ellos.
Pasaron los días y Pedro trajo a vivir a la finca una serpiente que era muy malvada. Vivía sola en una casita un poco retirada de la casa de los patrones Juan y Pedro. Al enterarse los tres cerditos que Pedro había traído a la serpiente, preguntaron como hacían para conocerla y uno de los trabajadores de la finca les dijo que la serpiente vivía en la casa cercana a la represa donde estaban los peses de colores. Ellos se fueron a conocer a la serpiente porque querían ser sus amigos, pero la serpiente al sentirlos llegar se escondió y dejó la puerta de la casa medio abierta, estaba rabiosa porque tenía mucha hambre y le daba flojera salir a buscar comida.
Como la serpiente era tan malvada y Juan le había contado que los cerditos eran los consentidos de él y Pedro, decidió tenderles una trampa. Al llegar a la puerta de la casa, los tres cerditos tocaron varias veces y nadie salía. Al ver la puerta medio abierta, entraron y la llamaron muchas veces pero esta no contestó, estaba escondida en el techo de la casa y los cerditos no podían verla, mientras que la malvada serpiente veía y escuchaba todo lo que los cerditos hacían y decían.
Los cerditos se cansaron de llamar a la serpiente, pero como ella no contestaba ni salía, pensaron que había salido, dijeron: ¡Debe estar cerca, porque dejó la puerta abierta! por eso, decidieron esperar a que llegara para conocerla y saludarla.
Los tres cerditos se acostaron en el piso fresco de la casa y uno de ellos vio que en la mesa estaba un reloj, y dijo: - ese es el reloj de oro de Pedro – los tres cerditos se pararon y repararon el reloj para ver si no estaban equivocados y se dieron cuenta que ese si era el reloj de Pedro. Lo conocían porque un día que se le cayó en el piso, se le rayó.
Uno de los cerditos dijo: -debemos llevarle el reloj a Pedro, porque si lo dejamos sobre la mesa, alguien puede entrar y robárselo cuando nosotros nos vayamos porque la puerta quedará abierta.
La serpiente que los miraba desde el techo de la casa reía y reía porque ella había dejado el reloj de Pedro sobre la mesa para que los cerditos lo cogieran y poderlos acusar de ladrones. Los cerditos tampoco sabían que la serpiente le había robado el reloj a Pedro el día que la trajo a la casa.
Los cerditos cansados de esperar a la serpiente, se aburrieron y se fueron. Apenas se fueron, la serpiente muy contenta bajó y se fue para la casa de los dueños y preguntó por Pedro. Cuando Pedro llegó, lo saludó y le dijo que había venido a la casa grande para respirar un poco de aire puro porque se aburría encerrada en la casa donde vivía. Enseguida le dijo: Patrón Pedro, ¿Dónde está su hermoso reloj de oro? ¿Por qué no lo tiene en su brazo? y Pedro le respondió. El reloj se me perdió desde hace días, te iba a preguntar si lo había dejado en tu casa la tarde que te llevé, porque desde entonces lo tengo perdido.
Con mucha malicia la malvada serpiente le dijo: ¡Yo se quien tiene su reloj! ¿Quién lo tiene?, contestó Pedro y la serpiente dijo: Lo tienen los tres cerditos, ayer cuando paseaban en el campo se lo vi. Puesto a uno de ellos y después se pusieron a jugar con él, pensé que te lo habían entregado.
Pedro se llenó de rabia y preguntó ¿Dónde están los cerditos? Búsquenlos y tráiganlos, porque ahora mismo los echaré de la finca. Los trabajadores obedecieron al patrón y salieron a buscar a los cerditos. La serpiente dijo: - Búsquenlos cerca de mi casa porque ahora cuando venía los vi acostados junto a la represa. Sin pensarlo, Pedro también salió corriendo en busca de los pobres cerditos.
Sin saber lo que estaba pasando, los cerditos muy contentos porque habían encontrado el reloj de Pedro, cuando salieron de la casa de la serpiente se fueron para la casa grande a buscar a Pedro, pero en el camino se encontraron con tres cerditas y se fueron a bañar en la represa que en ese momento no tenía peses porque el día anterior los habían sacado. Al darse cuenta que ya había pasado mucho rato de estar bañándose, se salieron de la represa, se despidieron de sus amiguitas y se fueron por el camino más corto para llegar a la casa grande y darle la sorpresa a Pedro que le habían encontrado su reloj de oro. Al darse cuenta que no había nadie en la casa, pensaron que Pedro estaría en su oficina y se fueron para allá pero no encontraron a nadie, entonces se pusieron a esperarlo, sin darse cuenta que desde una papelera la serpiente los observaba.
Al llegar los trabajadores y Pedro a la casa de la serpiente, no encontraron a los cerditos y enseguida se devolvió para la casa grande y le dijo a los trabajadores que siguieran buscando a los cerditos hasta encontrarlos para que le devolvieran el reloj y castigarlos por ser tan ladrones.
Cundo llegó el patrón a la oficina y se dio cuenta que los tres cerditos estaban ahí, les dijo con mucha rabia: - Así me los quería encontrar, entréguenme el reloj que me robaron, desagradecidos, así me pagan después que los he querido tanto. Me entregan mi reloj de oro y se van ahora mismo de mi finca. No quiero verlos más por aquí –
En ese momento entró Juan el hermano de Pedro y le dijo: ¡Cálmate hermano, no creas lo que te dijo la serpiente, es una malvada envidiosa y le tiene mucha rabia a los cerditos desde el día que yo le dije que nosotros los queríamos mucho! Pedro miró a los cerditos que estaban muy tristes y no se habían atrevido a contar lo que en verdad había pasado. Les dijo: Mi hermano Juan tiene razón, explíquenme lo que pasó y por qué tienen ustedes mi reloj. Los cerditos explicaron lo que había pasado y le entregaron a Pedro el reloj de oro. Entonces Juan dijo: fíjate hermano que esa malvada serpiente estaba mintiendo, nosotros conocemos a los cerditos y sabemos que son muy traviesos, pero no tienen malas costumbres. La que debe irse de nuestra finca es la malvada serpiente que se desapareció apenas vino a decirte mentiras.
En ese momento, la serpiente sale de la papelera desde donde había escuchado todo lo que sucedía y dijo: - No me iré a menos que los cerdos esos no se vayan también – Juan y Pedro dijeron: - La que se va en este momento eres tú, los cerditos siguen siendo nuestros consentidos.
La serpiente salió arrastrándose y más amargada que nunca porque no logró sacar a los cerditos de la finca. Los cerditos agradecieron a Juan la ayuda que les dio y en agradecimiento decidieron portarse bien toda la vida.
Moraleja: No es bueno sentir envidia porque nos daña el corazón.
EL PAYASITO ENCANTADOR
Autor: Heiner Velásquez Acosta
Grado 4º 6
Había una vez un payasito encantador que hacía reír a las personas con sus chistes y sus actuaciones de locuras, pero él quería darse mucho más a conocer como payaso. Quería ser grande y famoso para sentirse bien y sacar a su familia adelante.
Haciendo muchos esfuerzos, logró reunir una plata para salir de su pueblo y darse a conocer también en otros pueblos vecinos. De esa forma se hizo conocer y la gente le colaboraba con lo que podían y lo querían mucho, por eso estaba muy contento pero cada vez quería más y más. Todos los días le pedía a Dios que lo ayudara, lo alababa, oraba y glorificaba su nombre, hasta que un día decidió ir a un pueblo llamado Samaria y se regó por todo el pueblo la noticia que el payasito encantador haría su presentación. En todos los pueblos lo conocían por su nombre artístico y se había convertido en alguien muy famoso y querido por todos los que lo conocían. Al llegar a Samaria, lo esperaba una multitud que en su mayoría eran niños. Él no esperaba esa sorpresa y al verlos se llenó de tanta alegría que se puso a llorar y terminó brincando y brincando de felicidad. Los niños lo abrazaban y le decían ¡Payasito encantador, regálame un autógrafo! Y él se devolvía tan contento que no sabía que escribir y terminaba haciendo rayas para calmar y complacer a los niños.
Su fama fue creciendo y creciendo y estaba muy contento porque se estaba volviendo famoso, así como se lo había pedido a Dios.
Cierto día, recibió una carta y al leerla se sorprendió y se arrodilló para darle gracias a Dios y después saltó y saltó de alegría diciendo ¡Soy famoso!, ¡Soy famoso!, ¡Soy famoso!, los que lo vieron le preguntaron qué sucedía y quisieron saber lo que decía la carta. Y él muy contento compartió la noticia con ellos y les dijo: ¡El circo más famoso del mundo me quiere para que actúe en él!, eso es lo que dice esta carta. Todos lo felicitaron y le desearon buena suerte.
De inmediato llamó a su familia para contarles del ofrecimiento que le estaban haciendo, pero la única que le creyó y lo apoyó para que aceptara fue su madre quien le preguntó como se llama el circo y él le respondió. ¡Es el Gran Circo de Estrellas de Estados Unidos! Y agregó: madre, es ese circo tan famoso que recorre el mundo y que a mí me gusta tanto.
En el momento en que hablaba con su madre, le avisaron que alguien preguntaba por él, se despidió de su madre y fue atender al visitante. Era un mensajero que le traía otra carta donde le decían que debía reunirse al día siguiente con los dueños del circo que estaban en Bogotá para firmar un contrato por un año. Saltó de alegría y salió corriendo y haciendo sus piruetas de payaso para arreglar su maleta y cumplir el llamado que le estaban haciendo. Él sabía que debía viajar en avión para poder llegar a tiempo.
Al llegar al aeropuerto y ver los aviones le dio un escalofrío porque él nunca había viajado en avión. Sintió nauseas, mareos y mucho miedo, por lo que tuvieron que darle un tranquilizante para poderlo llevar a Bogotá.
Al llegar al aeropuerto de la ciudad de Bogotá y bajar del avión sintió mucho frío y no sabía que hacer. Miró y miró a todos y no conocía a nadie, entonces caminó junto con los otros pasajeros lleno de miedo y de frío, cuando de repente apareció un señor uniformado que le preguntó ¿Es usted el payasito encantador? Y él sorprendido respondió ¿Por qué me lo pregunta? el señor muy serio respondió ¡Porque soy el encargado de recogerlo y llevarlo al hotel.
En ese momento el señor uniformado le entregó un abrigo y le pidió que caminara con él. Al llegar al sitio donde había muchos carros, el señor le abre la puerta de una limosina y lo invita a que entre. El payasito muy impresionado entró y se sorprende aún más cuando se da cuenta de lo grande que es y todo lo que tenía por dentro: televisor, equipo de sonido, teléfono, un bar y otras cosas que llegó a pensar que estaba soñando.
Cuando llegó al hotel, lo estaba esperando el presidente del circo y enseguida firmó el contrato que le habían prometido. Al día siguiente comenzó a actuar en el circo y todos los que asistieron a la presentación quedaron sorprendidos con su talento y no paraban de reír y de aplaudir. Muy pronto se convirtió en la estrella del circo, se hizo famoso, pero nunca olvidó su Tierra ni a su familia. Al poco tiempo empezó a mandar dinero para que sus familiares se los regalara a los más necesitados y después se llevó a su familia para Estados Unidos.
Cada día triunfaba más y más el payaso encantador y comenzaron las envidias, otro payaso que llegó al circo le tenía mucha rabia y hacía cosas para perjudicarlo y que lo sacaran del circo porque pensaba que mientras el payasito encantador estuviera en el circo, él no sería famoso. Entonces comenzó a pensar en la maldad que debía hacerle al payasito encantador para que actuara mal frente al público. El payasito encantador nunca imaginó el odio que ese payaso malo le tenía y no se cuidaba de él.
Una noche mientras que el payaso encantador salió hacer su presentación, todos los aplaudían y estaban felices, el payaso malo pensó ¡este es el momento! y comenzó abrir la bolsa donde tenía las bolitas de cristal con tan mala suerte para él, que no se dio cuenta que la bolsa estaba rota y sin culpa se le cayeron varias bolitas que hicieron bastante ruido. Al darse cuenta, se asustó y quiso recoger las bolitas sin que nadie se diera cuenta y en su desespero, piso una bolita y se cayó dándose un fuerte golpe que no podía pararse. Él payaso malo no se había dada cuenta que otro payaso del circo se estaba dando cuenta de lo que pretendía hacer y después de ayudarlo a parar le contó a los dueños del circo lo que había sucedido y en ese momento decidieron retirarlo del circo.
Después de terminar la función, el payasito encantador se enteró de lo que había pasado y le dio mucha tristeza, porque él consideraba a ese payaso, como su mejor amigo.
Muy triste, el payasito encantador se sentó solo en el piso del circo y lloró mucho imaginando que pudo haberle pasado algo malo, sólo por la envidia de esa persona que consideraba su mejor amigo y que mientras estuvieron juntos, no hizo otra cosa que ayudarlo para que cada día fuera mejor y llegara a ser igual o mejor que él.
Esa noche al ver la tristeza del payasito encantador, todos los compañeros del circo se sentaron a su lado lamentando lo que había sucedido y dándole ánimo para que siguiera adelante. También reconocieron que desde que él estaba en el circo iba mucha gente a las funciones y los dueños decidieron pagarles mejore sueldos.
El payasito encantador les agradeció el ánimo que le estaban dando y aprovechó para decirles que todos eran una gran familia y que no debían existir entre ellos envidias y mucho menos, pensar en hacerse daño. En ese momento todos aplaudieron y se dieron un fuerte abrazo.
Al terminar la reunión, todos se fueron a descansar, pero el payaso encantador se quedó sentado y pensando que gracias a Dios era un payaso famoso y había logrado ahorrar algún dinero a pesar de las ayuda que mandaba para la gente necesitada de su pueblo, pero se sentía muy solo porque la payasita Ruby de la cual estaba enamorado, nunca había querido casarse con él.
El payasito encantador estaba tan pensativo que no se había dado cuenta que la payasita Ruby, hacía mucho rato lo observaba. Ella se acercó a él y dándole un beso en la mejilla le pidió que se casara con ella porque lo amaba mucho. Al día siguiente en la carpa del circo un sacerdote los casó y desde entonces viven muy felices.
ACUAPERRO
Autor: Moisés de Jesús Laverde Sánchez.
Grado 4º 6
Había una vez un niño llamado Leider que vivía cerca al mar en una choza de madera y palmas, era pobre pero muy acogedora; vivía con sus padres, dos hermanos mayores y una perrita llamada Lula, a quien él quería mucho y nunca se separaba de ella. Su padre se llamaba José, su madre Rosa, su hermano mayor Andrés y el que le seguía, Felipe. Vivían de la pesca, eran pobres, pero muy felices, se querían mucho los unos a los otros, pero el centro de la casa era Leider por ser el más alegre y soñador de todos. Quería ser un gran capitán de barco y navegar por todo el mundo en busca de aventuras al lado de su gran amiga Lula, su fiel compañera. Una mañana su padre y hermanos salieron a pescar, Leider, como de costumbre corría tras de ellos, desesperado rogándoles que lo llevaran a navegar, pero como era tan pequeño, le decían que tenía que quedarse para acompañar a su madre. Desayunaron en familia como de costumbre, Lula, ese día no recibió las sobras de la comida, sólo chillaba alrededor de la canoa de José. Leider preocupado por ella, la cargó y le dijo: “no te preocupes Lula, mi padre es el mejor navegante que ha existido en el mar; cuando sea grande tendré mi propio barco y navegaré como él”. Se dispusieron a salir, Andrés y Felipe se despidieron de su madre con un abrazo y un beso, a Leider sólo le haló la oreja y a Lula, le rascaron la cabeza. José le dio un beso a su esposa y le dijo: “regresaré pronto, cuida mucho a Leider”. A Leider lo cargó y le dijo:”pronto podrás ir con nosotros hijito y verás lo maravilloso que es el océano, por lo pronto cuida de tu madre y de Lula, quien muy pronto te va a dar una sorpresa”, le dio un beso en la frente y partió.
Rosa no sabía por qué, pero le dio un mal presentimiento cuando vio partir a su familia y se dijo a sí misma: “déjate de cosas mujer, Dios está con ellos” y echándose la bendición entró a su casa. Leider por su lado se quedó en la orilla de la playa acostado viendo ir la embarcación de su padre y soñando que él iba con ellos. Duró toda la mañana dibujando barquitos en la arena, cuando de repente el cielo se empezó a nublar y al poco rato empezó a llover, entonces Leider corrió con Lula hacia su casa y la mamá estaba en la puerta esperándolo. Al llegar Leider le dijo a su madre: “tengo miedo, la última vez que a mi padre se lo cogió una tormenta duró varios días para regresar a casa y no quiero que eso vuelva a pasar”, la madre respondió: “tranquilo hijito, confiemos en Dios que nada malo ocurrirá, acompáñame a rezar”. Se oscureció y su padre y hermanos nunca llegaron. Fueron a ver a unos vecinos que también habían ido a pescar y ellos les dijeron: “nosotros los vimos por la mañana, mi hermano les dijo que se regresaran, pero José no quiso porque les había prometido a sus hijos que iban a pescar mucho para reunir un poco más de dinero para que Andrés pudiera entrar a la universidad y desde entonces no los volvimos a ver”. Nosotros nos regresamos porque le tenemos mucho miedo a las tormentas, que por estos tiempos suelen ser muy peligrosas, alejando a uno a islas deshabitadas. Como ya es demasiado tarde, esperemos hasta mañana que el mar esté en calma para salir a buscarlos, vayan a dormir tranquilos que mañana seguramente los encontraremos.
Leider y su madre regresaron muy tristes a casa esa noche pero esperanzados que al siguiente día traerían de regreso a su padre y hermanos. Esa noche no pudieron dormir muy bien, cuando amaneció, todos los amigos de José salieron en su búsqueda; Rosa no hacía más que rogarle a Dios para que su familia apareciera. Leider, se acostaba en la playa a mirar el mar esperando que le trajeran de regreso a su padre y hermanos. Lula no se despegaba ni un minuto de él, pero la noche llegó y todos regresaron muy tristes porque no encontraron ni rastro de ellos y así transcurrieron varios días y semanas y no aparecían.
Doña Rosa no volvió a sonreír, casi no hablaba y en las noches lloraba en silencio para que Leider no se diera cuenta que estaba sufriendo, pero Leider se daba cuenta y él también despertaba a llorar. Durante el día se sentaba en una roca al lado de una gran palmera a mirar a lo lejos, para ver si aparecían su padre y hermanos, él no perdía las esperanzas de volverlos a ver. Ya no soñaba con ser navegante, todo lo que esperaba era ver regresar a su padre y a sus hermanos. Lula, como siempre, no se separaba de él.
Una noche mientras dormía escuchó un ruido en la pata de la cama donde dormía Lula y se levantó con cuidado, prendió una lamparita y se llevó una gran sorpresa, vió dos perritos pequeñitos que Lula estaba alimentando. Sintió una gran alegría que hacía muchos días no sentía. El resto de la noche no durmió mirando los cachorritos porque no se explicaba como había sucedido. Cuando su madre se levantó, Leider emocionado salió a mostrarle los perritos que había tenido Lula, pero esta no le hizo el mayor caso y lo único que le dijo es que tenía que deshacerse de ellos, porque ahora que no estaba su padre ni sus hermanos, había menos dinero y a duras penas podían alimentarse ellos. Así que cuando abrieran los ojitos, tenía que buscar quien los adoptara. Leider no podía creer lo que su mamá le decía y corrió hacia la roca donde él se sentaba a mirar el mar y lloró hasta desahogarse, le parecía muy injusto lo que estaba pasando con su padre y hermanos para que también tuviera que deshacerse de los perritos. Pensaba mucho en Lula y lo triste que se iba a poner. Así transcurrieron los días y Leider estaba cada vez más triste, los perritos abrieron los ojitos y empezaron a caminar. Leider se dio cuenta que uno de los perritos era ciego y eso lo entristeció más porque pensaba como iba a sobrevivir sin su madre. Rosa al verlo tan triste decidió que podía quedarse con el perrito ciego y le puso por nombre Roky.
Roky creció un poco y le gustaba meterse mucho a la orilla del mar y que lo golpearan las olas. Pasaba horas allí y como no veía, el olor del mar le daba una sensación muy agradable. Cuando creció un poco más, se iba nadando muy lejos, todo el mundo tenía que ver con él y nunca lo tropezó una canoa ni un barco, era como si fuera un pez más en el mar. La gente le puso por nombre de Acuaperro y así quedó.
Cuando Leider no soportaba la ausencia de su padre, tomaba su ropa, la olía, la abrazaba y sentía que abrazaba a su padre. Lula y Acuaperro se sentaban con él a oler la ropa de José. Cuando eso ocurría, Lula se ponía a chillar y Acuaperro aprendió a distinguir ese olor aunque nunca conoció a José.
Un día Acuaperro se fue muy lejos nadando en el mar, pasó todo el día nadando y de repente le pegó un olor que se le hacía familiar y siguió nadando en esa dirección hasta llegar a una pequeña isla donde el olor se hacía más fuerte, caminó en tierra firme y se metió en una selva donde encontró el cuerpo de un joven tapado con hojas y ramas; siguió caminando buscando el olor, cuando de repente alguien lo cargó, era Felipe el hermano de Leider a quien se le hizo familiar porque se le pareció a Lula y eso lo alegró mucho. Se lo llevó a José, quien ya estaba moribundo; ellos no se explicaban como ese perro había llegado a un sitio tan lejano a pesar de ser ciego. Ellos encomendándose a Dios, le amarraron un pedazo de camisa de José en el cuello de Acuaperro y lo llevaron a la orilla y de inmediato se fue de regreso a casa. Leider por su parte, estaba muy preocupado porque su perrito no aparecía y se fue acostar muy triste. Cuando estaban dormidos oyeron unos golpes en la puerta, ya era de madrugada y se asustaron un poco, Rosa se levantó de un salto y abrió la puerta, al darse cuenta que era Acuaperro, se alegraron mucho; Leider buscó un trapo para secarlo porque estaba muy mojado y temblaba de fío. En eso Rosa se da cuenta que Acuaperro tenía algo en el cuello, se lo quitó y qué sorpresa se llevó cuando se dio cuenta que era un pedazo de la camisa de su esposo. Esperó que amaneciera y fue a ver a sus amigos para contarles lo que había sucedido, de inmediato tomaron a Acuaperro y lo pusieron en la orilla del mar, éste comenzó a nadar y los amigos lo siguieron hasta llegar al lugar donde estaba José y sus hijos. Al verlos, no podían creer que los habían encontrado, pero sólo estaba José y Felipe, a Andrés no lo veían por ninguna parte. Le preguntaron a Felipe y él les dijo con mucha tristeza que Andrés había muerto. Caminaron hasta el lugar en donde estaba el cuerpo de Andrés, lo levantaron y lo llevaron al barco, después cuidadosamente montaron a José, quie estaba muy mal de salud y Felipe cargó a Acuaperro y subió con él al barco de regreso a casa en compañía de sus amigos. Durante el viaje, Felipe les contó lo que les había pasado.
Cuando llegaron a casa, Rosa no podía hablar de la alegría cuando vio que en el barco venía Felipe cargando al perrito. Leider salió corriendo muy feliz a esperar el barco. Cuando por fin llegaron, se abrazaron muy felices, pero Rosa se dio cuenta que Andrés no estaba y rompió en llanto. Fue el momento más feliz y a la vez más amargo de sus vidas.
Con el tiempo superaron con mucho amor lo que había sucedido con Andrés y todo volvió a la normalidad, pero nunca como antes. El héroe fue Roky, bien llamado Acuaperro, quien es el perro más importante de la casa y famoso en toda la región que a pesar de ser ciego, vio lo que muchos ojos no vieron.
EL PAYASO CANTARÍN Y LA GATITA BAILARINA
Autor: Luis Camilo González Sejín.
Grado 4º 6
Cierto día llegó un circo a una pequeña ciudad donde vivían un payaso que le gustaba cantar y una gatita que bailaba muy bien, siempre la acompañaba un caballito de juguete, eran buenos amigos y decidieron ir a ver la función, todos los días lo hacían juntos y se sentían muy felices. La gatita tenía por nombre Lucía y usaba un disfraz de bailarina y el payaso Jorge uno de soldado. En la ciudad todos los conocían y sabían lo bien que actuaban.
Una noche cuando se presentaba la función, el público comenzó a gritar ¡que Jorge y Lucía canten y bailen!, ¡que Jorge y Lucía canten y bailen! ¡que Jorge y Lucía canten y bailen!, los dos se pusieron de pie y el payaso que estaba presentándose en ese momento los llamó y les dijo que hicieran lo que el público les pedía, entonces Jorge comenzó a cantar y Lucía a bailar. En ese momento todos se pusieron de pie y comenzaron a cantar la canción que Jorge cantaba y los aplaudian con mucha fuerza. Tanto Jorge como Lucía se sintieron muy felices.
Al terminar la presentación, se acercó a ellos el dueño del circo, los felicitó y le propuso que trabajaran en el circo.
Desde esa noche, Jorge y Lucía hacían su presentación en el circo y estaban muy contentos porque hacían un buen equipo y la gente los quería cada vez más.
Cierto día, el payaso Jorge no pudo ir al circo porque tenía fiebre y tocó que lo reemplazara otro payaso. La gatita Lucía cantó pero con mucha tristeza porque le hacía mucha falta su amigo Jorge. Al día siguiente Jorge se sintió mejor y asistió a la función; al verlo llegar, la gatita Lucía lo abrazó y le dijo que se sentía feliz que estuviera mejor y le contó que ayer le hizo mucha falta.
A la hora de la función el payaso y la gatita cantaron y bailaron alegremente, los dos se sentían muy, pero muy felices. El payaso sentía que la gatita bailaba mejor que nunca y la gatita que el payaso cantaba como nunca antes lo había hecho. Piensan que es la mejor función que han presentado desde que están juntos. Esa noche los aplaudieron tanto que desde entonces al payaso dejaron de llamarlo Jorge para decirle el payaso cantarín y a Lucía la gatita bailarina.
Todo era alegría hasta cuando se enteraron que muy pronto el circo se iría de la ciudad para un lugar muy lejano a donde ellos no podían ir. Se pusieron muy tristes y fueron donde le señor Renzo, dueño del circo y le preguntaron si era cierto que muy pronto se llevarían el circo para una ciudad lejana y él les dijo que eso era cierto. Jorge le preguntó: ¿Por qué se quieren ir de esta ciudad tan linda donde los queremos tanto? y el señor Renzo les respondió: Es que la vida de nosotros es así, no nos quedamos nunca en un mismo lugar, tenemos que llevarle alegría a todos los niños del mundo. Por eso demoramos un tiempo en cada lugar, y Jorge le respondió: ¿Por qué no demoran un tiempo más hasta cuando pase navidad? Y el señor Renzo le dijo: Es que el permiso que nos dio la alcaldía se nos termina este fin de semana. ¿Y no se puede hacer nada? dice Lucía. No, responde el señor Renzo. El payaso cantarín y la gatita bailarina agacharon su cabeza y por sus caritas corrían lágrimas de tristeza. El señor Renzo les dijo ¿y por qué no vienen con nosotros? Y ellos se miraron y respondieron: ¡No podemos hacerlo porque no podemos dejar solos a nuestras familias! En ese momento, el señor Renzo con lágrimas en su ojos les dijo: ¡Me gustó mucho conocerlos, son buenos trabajadores y lo que más gusta de ustedes es que cada día presentan cosas nuevas que les gusta a la gente. Es una lástima que no puedan viajar con nosotros para que los conozcan en otras ciudades y países del mundo.
Cuando el payaso cantarín y la gatita bailarina se alejaron del lugar, el señor Renzo se quedó pensando en la conversación que había tenido con Jorge y Lucía y se prometió hacer lo posible por complacerlos en quedarse con el circo en la ciudad hasta después de navidad.
El señor Renzo reunió a todos los trabajadores del circo y les comentó la conversación que había tenido con Jorge y Lucía. Al final les preguntó. ¿y ustedes que opinan de todo lo que les he dicho? Jaime, el payaso que invitó a Jorge y a Lucía a que se presentaran la primera vez ante el público, dijo: Si usted habla con el señor Alcalde para que nos de permiso para durar más tiempo en la ciudad, sería muy bueno porque de esa forma complacemos a esos maravillosos amigos y disfrutaríamos un poco más de esta bonita gente que hay en esta hermosa ciudad. Todos aplaudieron y el señor Renzo junto con Jaime y otros artistas del circo, se fueron para donde el señor Alcalde a pedirle que les diera el permiso hasta después de navidad. Al enterarse el señor Alcalde del motivo de la visita de los señores del circo, les dio el permiso que solicitaron. El señor Alcalde los felicitó por la alegría que el circo trajo a jóvenes y adultos de la ciudad.
Jorge y Lucía estaban muy tristes porque esa noche sería su última presentación. Cuando de repente llegó el señor Renzo a la casa de Lucía y le dijo: ¡Te traigo una buena noticia! Lucía saltó de alegría y le dijo ¿Cuál? El señor Renzo respondió ¡Nos iremos después de navidad! La gatita se puso muy feliz, le dio las gracias al señor Renzo y salió corriendo para avisarle a su amigo Jorge. Al llegar donde Jorge le dijo: ¡Te tengo una gran sorpresa! Jorge no alcanzó a responder cuando la gatita le dijo: ¡El circo se irá sólo después de navidad! En ese momento, Jorge saltó de alegría y le dijo: ¡Yo también te tengo esta sorpresa! y mostrándole un hermoso ramo de flores, le dijo, ¡Pensaba llevártelas a tu casa porque sabía que estabas muy triste porque el circo se iba!. La gatita lo abrazó y le agradeció el bonito detalle y enseguida decidieron comenzar a prepararse para las siguientes funciones.
La gente seguía acompañándolos cada noche y con mucha alegría esperaban la presentación de navidad que sería la última tal como lo había prometido el señor Renzo al alcalde de la ciudad quien los complació dejándolos quedar hasta después de navidad.
La presentación de navidad sería inolvidable. Cuando anunciaron al payaso cantarín y la gatita bailarina toda la gente que estaba en el circo los aplaudió por largo rato y pedían que comenzara la función.
Esa noche es inolvidable porque Jorge y Lucía actuaron de una forma tan graciosa que la gente no dejaba de reír, todos estaban muy contentos y festejaban todo lo que hacían
Cuando el payaso cantarín y la gatita bailarina terminaron la función, todos aplaudían y les tiraban flores de diferentes colores y un grupo de niños que estaban sentados en la primera fila soltaron globos blancos para agradecerles lo felices que habían sido durante todas las presentaciones en el circo. En ese momento Jorge, el payaso cantarín y Lucía la gatita bailarina con el caballito de juguete a su lado se despidieron del público que tanto los quería.
Al final, el señor Renzo junto con todos los artistas del circo se presentaron con regalos para Jorge y Lucía y les dieron las gracias por haberlos acompañado todo el tiempo que estuvieron en la ciudad y a los niños que fueron a la función les dieron confites por ser una fecha tan especial como es la navidad.
Después que el circo se fue, Jorge y Lucía comentaban felices en el parque de su barrio que lo vivido había sido una grandiosa experiencia y se prometieron seguir siendo los mejores amigos.
LA PRINCESA Y EL PRÍNCIPE
Autor: Camila Andrea Reyes Rivero
Grado 4º 6
Hace mucho tiempo vivían en su castillo la reina, el rey y una hermosa princesa de ojos azules. Cierto día organizaron una fiesta para festejar el cumpleaños de la princesa, estaba bailando cuando de repente vio entrar a un príncipe quien la miró a los ojos y la princesa quedó enamorada de él al ver que también tenía los ojos azules, le gustaron mucho sus ojos.
El príncipe la cogió a bailar y le dijo que quería que ella fuera su novia, la princesa aceptó y al poco tiempo se casaron. Vivían muy felices y la reina siempre le decía: “Cuídate mucho hija mía para que cuando yo muera seas una reina muy hermosa” y ella abrazándola le decía: “Mamita te quiero mucho, eres muy linda igual que mi papá, yo deseo llegar a ser reina, pero no quiero que te mueras”. La reina le respondió: “Tu sabes que para que puedas heredar mi trono, tengo que morir” y el rey al escucharla le dijo: No pienses en eso ahora que somos tan felices por tener una hija tan buena como la que tenemos.
Al casarse el príncipe y la princesa, se quedaron a vivir todos en el castillo y les ayudaban al rey y a la reina en todo lo que podían.
Al pasar los años, tuvieron dos hijos una hembra y un varón. La niña, parecida a su mamá y el varón al papá. Ellos eran muy felices y les compraban mucha ropa y todo lo que necesitaban.
Cuando la niña cumplió años, le regalaron un castillo, una muñeca y un celular de juguete. También le regalaron una perrita porque le gustaban mucho los animales. Era de color blanco y tenía un lunar negro en la frente, le colocó por nombre Lucerito y desde ese momento siempre la llevaba junto a ella Se divirtieron en familia y compartieron una torta de fresa que le habían comprado. Después se fueron para uno de los parques del castillo y montaron los columpios hasta cuando se hizo de noche y entraron al castillo. Porque Lucerito tenía mucho frío y había empezado a ladrar. La princesita la cargó y le dijo “cállate Lucerito, se que tienes mucho frío y la abrigó con una toallita que tenía.
La princesa y el príncipe estaban muy felices al ver la alegría de sus hijos y al entrar al castillo, le comentaron a la reina y al rey lo bien que habían pasado con sus hijos en el parque.
De inmediato la reina le ordenó a la sirvienta que sirvieran la comida pero la princesita y el principito dijeron que ellos querían comer hamburguesas con gaseosa, pero la reina les dijo que ella había mandado a preparar una comida especial para ese día y estaba segura que les iba a gustar, especialmente a la cumplimentada. Les prometió que si no les gustaba la comida, ella mandaría a preparar la hamburguesa que deseaban comer.
Se dirigieron al comedor y cada uno se sentó en el puesto de siempre y los sirvientes comenzaron a destapar los platos que habían hecho. Al darse cuenta la princesita que su abuela les había mandado a preparar la comida que más le gustaba, saltó de alegría y contenta le dijo: “Gracias abuelita, esta comida se ve deliciosa” Labuela le respondió. “Yo sabía que te iba a gustar no solo a ti, sino a todos nosotros”.
De inmediato le dieron gracias a Dios por la comida y empezaron a comer con mucho apetito. También le dieron a Lucerito, quien no se apartaba del lado de la princesita.
Al finalizar la comida, todos quedaron satisfechos y la reina le preguntó a sus nietos ¿Aún desean la hamburguesa? y ambos respondieron al mismo tiempo: no abuela, la cena estuvo muy sabrosa y quedamos llenos. Dejemos esa hamburguesa para otro día, y la reina respondió: “Una reina siempre cumple lo que promete, por eso les pregunto si todavía la quieren, para mandárselas a preparar”, todos rieron y se fueron a ver televisión.
Durante una hora, vieron un programa de muñequitos y la princesita se estaba quedando dormida. El príncipe la cargó y la llevó a su cama. Le dio un beso y la tapó con una suave sábana de color rosado. La habitación de la princesita era grande, de color blanco, con lindas cortinas de color rosado. Tenía muchas muñecas y juguetes y una cómoda donde había gran cantidad de ropa que le habían comprado los papás y los abuelos. También había un tocador con un espejo grande, peinillas, cepillos, polvos y colonias. La cama era grande y de color rosado un poco más bajo que el color de las cortinas y a la derecha de la cama estaba el baño adornado todo de rosado.
Mientras el príncipe lleva a la princesita a su cuarto, la princesa se acerca al principito y le dice que debe acostarse también porque mañana bien temprano vendrá la persona que le enseñará montar a caballo. El principito se pone muy contento y le dice a su madre: “Si mamita, tengo que aprender a montar caballo porque un príncipe tiene que aprender de todo para poder ser un buen príncipe”
La princesa y su hijo se fueron para su cuarto. Era de color azul con cortinas blancas. Se observaban muchos juguetes, principalmente carros y muchos animales de caucho; también había un balón de fútbol y un cuadro grande que con un hermoso caballo negro parado en dos patas y un jinete vestido de blanco. Al entrar al cuarto mira el cuadro y le dice a su mamá: “Muy pronto seré como el jinete de este cuadro” y la madre sonríe y dice: “si te propones ser un buen jinete, lo serás, hijo”. El príncipe le comenta a la madre que desea ser un gran jinete para recorrer todas las tierras de sus abuelos y ayudar a los pobres, la mamá le dice: “Que Dios te bendiga por tener tan buen corazón”.
La princesa se despide del principito e intenta salir del cuarto, cuando de repente el niño le dice: “Mamita, mamita, antes de irte léeme el cuento del Jinete de la noche” y la mamá le responde: “Ese cuento ya te lo sabes de memoria” y el principito responde: “Si mamita, pero a mi me gusta como me lo lees tú” La mamá le dice: Mejor, cuéntame ¿Por qué te gusta tanto ese cuento? Y el niño responde con los ojos muy abiertos “es que yo quiero ser como ese jinete” y la madre le pregunta ¿Para qué? y el responde “para ayudarle a la gente pobre. La madre le dice “tienes un gran corazón, hijo” hablaron sobre la forma como ayudarle a los pobres y poco a poco, el principito se fue quedando dormido y la princesa salió del cuarto sin hacer ruido.
A la mañana siguiente, tal como estaba programado, llegó el señor que enseñaría al principito a montar caballo y él lo esperaba intranquilo para empezar sus clases. Se dirigieron a la caballeriza y el señor que cuida los caballos les entregó el caballo del principito. Es un caballo muy manso, de color blanco que tiene una hermosa cola que casi le arrastra al piso, sus cascos y aperos son de color negro. El señor que enseñará al principito a montarlo, lo soba por el lomo y después lo monta. Da varias vueltas y se da cuenta que el principito no correrá ningún peligro al montarlo. Empiezan las clases y después de un tiempo, el principito se convierte en un gran jinete que a sus doce años recorre en su caballo las tierras cercanas al castillo y les reparte regalos a los niños pobres.
Al llegar navidad, le pide a sus padres y abuelos, organizar una fiesta e invita al castillo a todos los niños pobres que ha conocido para darles regalos y compartir con ellos una torta muy grande, gaseosas y confites. Su hermana la princesita que ya es una señorita de quince años, le colabora para que todos los niños y niñas que van a la fiesta se sientan bien.
En adelante, cada año para época de navidad, el principito junto con su familia, organizan una gran fiesta para compartir con los pobres. Por eso los quieren mucho y cuidan las riquezas de la reina y del rey.
Pasaron los años y al morir los abuelos y los padres de la princesita y el principito, la princesa y el príncipe se convierten en la nueva reina y el nuevo rey de todo lo que heredaron de sus abuelos y padres.
Cuentan los habitantes de esa región que la reina y el rey vivieron muchos años, tuvieron tres hijos y vivieron siempre muy felices.
Año 2010
Con los (as) estudiantes de grado 5o. 7 de la Institución Educativa Villa Margartita - Sede Alfonso López, se conformó un semillero de investigación desde el Área de Ciencias Sociales y se inició el proceso investigativo con el objetivo de adquirir conocimiento social y cultural a través de la reconstrucción de la historia del barrio Alfonso López (contexto en donde está inmersa la sede), utilizando la indagación, recopilación y el recuerdo de personas adultas mayores que, en un pasado reciente, habitaron o habitan dicha localidad.
El trabajo investigativo se presentó en la Feria de la Ciencia Interna de la Institución y se inscribió ante Secretaría de Educación Municipal para participar en Expo Ciencia 2010. Fué selecionado y se postularon democraticamente seis integrantes del grupo para hacer la exposición en tan magno evento. La experiencia fué muy satisfactoria para esos niños que por primera vez asistían como ponentes en un evento de talla municipal. Fué doblemente galardondo con el primer lugar y como mejor proyecto del Área de Ciencias Sociales. Lo ponemos a tu disposición haciendo clic aquí: memoriadealfonsolopez.blogspot.com
Los ponentes fueron: Luis Camilo González Sejín, Wendy Vanessa Arrieta Meza, Moisés de Jesús Laverde Sánchez, Kevin Darío Corrales Tordecilla, Leidi Vanessa Revueltas Salcedo y Ubaldo Enrique Velásquez Hoyos.
A continuación observa a través de las fotografías la dinámica que tuvo la exposición de la investigación por parte de los estudiantes en el Centro de Convenciones de la ciudad de Montería Córdoba durante los días 5, 6 y 7 de octubre de 2010 en el marco del desarrollo del evento: